Aunque suene a ciencia ficción, ¿qué tienen en común Coco Chanel y la exuberante Eva Mendes? Bueno, pues que las dos son drásticas a la hora de relacionar la indumentaria femenina y las relaciones con ustedes los hombres, qué buenos que son, no tienen espinas en el corazón, que cantara Teresa Rabal y que no sé por qué últimamente se me viene cada dos por tres a las mientes. Vamos por partes. Coco Chanel, mujer que revolucionó las modas y los modos allá por los años veinte del siglo pasado, fue tajante como era ella para sus cosas cuando dijo aquello de: «Niña, no te pongas nunca vaqueros porque al doblar la esquina te puedes encontrar al hombre de tu vida y saldrá por piernas. Palabrita del Niño Jesús». La traducción, como comprenderán, es libre, pero el fondo del asunto está ahí. Yves Saint Laurent, al que la señorita de la Rue Cambon odiaba cordialmente, solía decir cuando se lo preguntaban que le hubiera gustado inventar el blue-jean; o sea, el denostado vaquero chaneliano. Ahora llega Eva Mendes y se pone a la altura de Coco, pero con razón, con más razón que una santa.
«No podemos llevar chándal. No, chicas, que el chándal es la primera causa de divorcios en América. ¡Pantalones de chándal, no! Así de tremenda, que diría Carlos Telmo, se ha mostrado la mujer de Ryan Gosling, ese actor posturistas y melifluo, en una entrevista a la revista Extra, a la que no tengo el gusto de conocer. A ver si me aplico. Para abundar más en el asunto este de que la vestimenta femenina tiene tela marinera y «divorciera», con permiso de la RAE, ha añadido que ni siquiera para estar por casa usa esa prenda, no sólo por ser anticoncupiscente, (eso lo digo yo) sino porque es motivo de ruptura. Servidora, que acababa de venir del trote matinal por el parque de María Luisa embutida en su chándal, se suma a esta campaña de Eva Mendes. No es la primera vez que escribo que el chándal sólo debemos usarlo para hacer deporte, por mucho que Martirio cantara que con mi chándal y mis tacones arreglá pero informal me voy de compras y al súper a llenar los «forladys». No, hay chándales maravillosos, como los de Stella McCartney que me parecen no solo originales, sino prácticos, pero hay que huir de la fiebre de elevar a la categoría de ropa de diario a prendas sólo y exclusivamente destinadas a actividades deportivas. No obstante, no sé qué tendrá el chándal que hasta ciertos políticos lo han adaptado como uniforme para dirigirse a las masas. Es verdad que por poder, podemos llegar a verlos aquí también, pero siempre es mucho mejor darle un voto de confianza al sentido común.
4 comentarios
Que bueno, jajajaja!!! Cuanto sabes Clara!!!
Muy original este artículo. Nunca leo cosas de moda pero mi mujer me ha animado a que buscara este blog. Realmente es diferente. Enhorabuena.
Me encantaaaaaaa. Por cierto hacía mucho que no veía la expresión me viene a las mientes.
Ja,ja,ja, buenísimo. Hay que leerlo.Lo voy a poner en mi muro de FB. Ingenio e ironía a partes iguales. Enhorabuena.
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