MARGARET DE ARCOS: COMO LA SEDA

por Clara Guzmán
Foto: © @andrewjim; estilismo: @rocioolid; modelo: @mariadespain

A Margaret de Arcos (@margaretdearcos) la entrevisté hace ya unos años y me quedé maravillada con su trabajo: exquisitas piezas de seda pintadas a mano por una mujer que había dejado su cargo de directiva de Iberia para entregarse a la pasión de ser artesana de altos vuelos. Empezó con un taller en casa y luego se trasladó a la calle Goles, 54, donde ahora su hija Camila, a la que le inoculó el bendito virus de la creación, ha cogido el testigo. Margaret de Arcos es en la actualidad una marca que conjuga la tradición de hacer piezas únicas a mano con la modernidad de venderlas también «online».

Margaret de Arcos, con su hija Camila, que ahora ha tomado el testigo de la marca. Foto: © @whitemirrorstudio

«Mi madre empezó en 1995 y así se quitó esa espinita que tenía de hacer pintura textil. Trabajaba para protocolo de distintas instituciones y empresas, además de para museos señeros de España y el extranjero, como el del Prado o el de Amsterdam. Fueron años dorados, es cierto. Mientras tanto, yo estudiaba diseño de moda en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid sin pensar en dedicarme laboralmente al taller. Pero para el trabajo de fin de carrera hice una colección de ropa de seda pintada a mano, investigué cómo lavarla, cuidarla…Pasé tanto tiempo en el taller, lo disfruté tanto…».

Foto: © @andrewjim; estilismo: @rocioolid; modelo: @mariadespain

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«Al terminar la tesis hice una colaboración para Alvarno en su desfile de la «Fashion Week Madrid», la antigua Pasarela Cibeles. Y después me volví a Sevilla, donde desarrollé la marca Camila Velvet, que dejé aparcada cuando mi madre se jubiló en 2017 y decidí continuar con su nombre. Margaret de Arcos tenía un público, un producto determinado, estaba asentada y no queríamos que muriera la marca». Pero Camila es sincera al afirmar que crear es mucho más fácil que mantenerse, aunque ella ya ha dado un importante giro a la empresa. De entrada, un cambio de imagen corporativa.

Foto: © @andrewjim; estilismo: @rocioolid; modelo: @mariadespain

Porque Margaret de Arcos es una empresa con una estructura donde cada integrante tiene un cometido determinado. «Es tan importante lo que haces, tu producto, como lo profesional que sea tu marca y, por regla general, los artesanos adolecen de esta estructura empresarial. Nosotros teníamos planteada esta evolución para el 2021, pero la pandemia lo ha precipitado todo. Necesitábamos un canal «online», hicimos un máster y continuamos formándonos para el comercio en línea, donde ya funciona nuestra tienda (margaretdearcos.com) en la que se pueden adquirir las piezas más escogidas».

Foto: © @andrewjim; estilismo: @rocioolid; modelo: @mariadespain

Bufandas, chales en terciopelo de seda pintados a mano, fulares y mascarillas de flores, sus abanicos tan demandados por los amantes de la más delicada artesanía…Pero para el año que está a la vuelta de la esquina también podremos adquirir lo que ahora sólo podemos encontrar en el taller: su línea de decoración. Lámparas, mantas, cabeceros de cama, biombos, todo realizado por encargo. «También queremos que Margaret de Arcos se acerque más al mundo de la moda, por eso hemos realizado unos editoriales con nuestras piezas más emblemáticas».

Foto: © @andrewjim; estilismo: @rocioolid; modelo: @mariadespain

Camila cree que se está revalorizando la artesanía. Y ahí entra Margaret de Arcos. Sus piezas son auténticos fondos de armario, pintadas a mano, únicas, exclusivas, sin perder la esencia. «Utilizamos una gran variedad de sedas: de crepé, de satén, de satén georgette. Todas vienen de Asia, las mejores, porque en estos años hemos investigado mucho, contamos con un bagaje suficiente para poder elegir lo mejor para nuestras piezas. Tenemos además un buen equipo, esencial en una empresa, con una magnífica encargada de taller, Guiomar García».

«La artesanía se está revalorizando», dice Camila, en la imagen trabajando en su taller. Foto: © @whitemirrorstudio

Otro activo de Margaret de Arcos son sus talleres intensivos de fin de semana, ahora parados por la pandemia. «Solían ser doce alumnos procedentes de España y de distintos países, que cogían un avión expresamente para venir a nuestras clases. De Marruecos, de Suiza, de Italia, de Ucrania… Luego se convertían en doce nuevos clientes porque valoraban tanto el trabajo que se realizaba con las sedas y el terciopelo, que se hacían adictos a nuestras prendas. Prendas a las que ponemos un precio justo, lógico. No tiene sentido rebajar la artesanía. Preferimos tener detalles con los clientes y crear así una vinculación».

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