PLA, EL LUJO DE LA ARTESANÍA CONTEMPORÁNEA

por Clara Guzmán

Hay firmas de moda que se han apuntado a la sostenibilidad porque es tendencia. Sin embargo, hay otras que la llevan en su ADN. Es el caso de la mallorquina Pla, cuyas piezas únicas están diseñadas por su fundadora Irene Peukes. Pero, ¿qué es sostenibilidad? Pues en concreto, el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Si tenemos en cuenta que la moda es la segunda industria más contaminante del planeta después del petróleo, es de agradecer que existan marcas convencidas de ser sostenibles. Hoy traemos a telademoda la propuesta de Irene Peukes: prendas y zapatos artesanos. Es decir, el lujo del siglo XXI. O lo que es lo mismo, revalorizar la artesanía tradicional. Una saludable manera de entender la moda.

Bajo el lema «Más manos, menos máquinas», Pla vio la luz el año 2011 con la idea de la sostenibilidad entendida como un estilo de vida en la manera de fabricar sus creaciones, en los materiales que utiliza y en ponderar el trabajo artesano, entendido como legado y patrimonio. Una loable forma de hacer moda sin perjudicar al planeta, enalteciendo la labor manual y velando por la salud del consumidor, al no alterar sus prendas con productos químicos. «La moda sostenible sólo está al alcance de la élite», dijo en una reciente entrevista a «La Vanguardia» Paul Marchant, consejero delegado de la cadena de ropa irlandesa Primack. Es bien cierto que lo sostenible implica el uso de materiales nobles, nada económicos, pero es también cierto que lo barato es caro, como dice la sabiduría popular.

Una prenda de «low cost» dura poco en el armario. Empieza por perder el apresto en la primera lavada y al poco rato hay que renovarla. Una prenda con materiales nobles se eterniza y nos acompaña toda una vida e incluso pueden heredarla las siguientes generaciones. Hemos asumido comprar compulsivamente para cambiar a diario de modelo en una especie de carrera de estrenos continuos. Una mentalidad que ha cuajado en los miembros de una sociedad que peca de exhibicionista y que tiene a las redes sociales como plataforma cómplice. Repetir modelo es, pues, un anatema. Una maldición. Personalmente me quedo con la prenda eterna, con la moda en singular; no con las tendencias. Hoy nos podríamos poner perfectamente un abrigo de Balenciaga del siglo pasado. ¡Menudo lujo llevar una prenda imperecedera del modista vasco!

Lo mismo que tener en nuestro haber una de las piezas de Irene Peukes. No sólo prendas, también sus zapatos de yute, cuyos modelos tienen nombres que evocan lugares y palabras relacionadas con la isla de Mallorca. A saber: Bonanova o Illetes. Sus prendas textiles son del mejor algodón posible y se tejen en Guatemala. Sus diseños aprovechan el tejido al máximo, el más preciado tesoro. Por eso su patronaje se convierte en la piedra angular de la firma. Son prendas y calzado únicos destinados a perdurar y adquirir la pátina de los años. El lujo del siglo XXI valora el tiempo, el saber y las manos de los artesanos. Esos artesanos que quedaron orillados ante la aparición del nuevo dios: las grandes cadenas. Se abarataron los precios y se primó la cantidad sobre la calidad, un concepto que dejó de ser prioritario en nuestras vidas. Afortunadamente hay firmas como Pla, que obviaron la filosofía de la prisa y optaron por la grandeza de lo bien hecho.

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