He quedado con Fernando Claro (fernandoclaro.com) en su taller de la calle Adriano, en El Arenal de Sevilla. Con él está Charo Guerrero, su mujer, con la que lleva toda la vida. Son, parafraseando a Mario Benedetti, «mucho más que dos». Y eso se les nota en la complicidad de esas divertidas discusiones ya sabidas, pero siempre renovadas, y en el anclaje familiar. Hay un momento de la entrevista en que Fernando me dice: «Me emociona que mis hijos Fernando y Beatriz cojan el testigo de la empresa, que salió de la nada. Sólo trabajando cada día».
Y trabajando día a día es como Fernando Claro, (@clarofernandocouture) con treinta y cinco años a sus espaldas como diseñador, se ha hecho más triunfador. Le pregunto si para conquistar el éxito hay que irse a Madrid y me contesta con la rapidez que da la experiencia del oficio: «No hay que irse de Sevilla. Me fui a Madrid para que la empresa fuera más grande y allí abrimos una tienda en la calle Velázquez, 11. Estamos muy reconocidos en Andalucía; me siento muy andaluz. El taller de donde salen todas las prendas está en Dos Hermanas».
Pero reconoce que ha dado un gran paso y que Fernando Claro, una empresa familiar, como la define, está más en los medios de comunicación, esa asignatura que muchos no aprueban ni por empeño. En Madrid está su hija Beatriz, periodista, compañera en sus inicios en ABC; y su hijo Fernando, a caballo entre Barcelona y la capital de España. «Con estas iniciativas, que suponen un gran esfuerzo, lo que se busca es el prestigio. El pasado mes de enero nos estrenamos en la «Fashion Week Madrid» y aunque antes había desfilado en Nueva York, Bruselas, Praga, París…, es en este foro donde te dan el marchamo de diseñador».
Le digo que dicen los pretendidamente entendidos en moda, que ahora las pasarelas ya no marcan tendencias. «En mis desfiles siempre intento provocar, innovar. Sí que marcan tendencias. Las grandes firmas salen con colecciones muy extremadas, pero, al menos en mi caso, las clientas me piden prendas que se asemejen a lo que he exhibido, más reducidas, por supuesto, pero siguiendo el modelo. Para el diseñador, la pasarela es una forma de exponer sus ideas. Mi colección para el invierno que viene se llama «Más amor». Todo relacionado con la costura. Llámala moda lenta, «slow fashion», como quieras, pero es artesanal, como lo que hemos hecho siempre».
Y Fernando Claro me cuenta la génesis de «Más amor». «Planteamos una idea y la desarrollamos los tres, mis hijos Fernando y Beatriz, y yo. Se dividió en cuatro elementos: alma, gracia, razón y quimera. Está muy trabajada. Hay algunas prendas realizadas con cintas al bies, cintas de grogué teñidas. Para hacer, por ejemplo, la manga de este vestido hemos utilizado 250 metros de cinta, con la que hemos realizado este plisado de rulo». Destacan las prominentes hombreras y en los colores, el negro, el blanco roto y el mostaza, en función de cada salida. La colección es un canto a la artesanía, en la que se mueve desde que echara a andar en el oficio.
Sus trajes a medida están muy cotizados. Hace unos cien vestidos de novia al año, a los que hay que añadir los de las madres y hermanas. Fernando Claro vende en internet y además, con sus hijos, tiene en proyecto la internacionalización de la firma en tiendas físicas, preferentemente en Arabia, aunque su prestigio llega también a Asia. Allí, las hermanas Abdel Aziz, Alice, Nadine y Farah, las «Kardashian» de Líbano, son unas grandes embajadoras de la firma. «Las redes sociales son muy poderosas, lo hemos podido comprobar. Tienes que estar, porque dan mucha visibilidad y además las «influencers» tienen poder, claro que lo tienen. Eso lo vemos continuamente».
«Cada vez que se ponen una prenda, a los pocos días vienen dos o tres clientas. Vestimos a muchas famosas como Blanca Suárez, Paz Vega, Tamara Falcó, Nieves Álvarez, Marta Lozano, Eugenia Osborne, María Pombo...». La lista es interminable. Mujeres vestidas con diseños realizados en Dos Hermanas, en un taller que abre a las 6:30 de la mañana y cierra a las 14:30 horas. Claro que Fernando y su familia doblan turno y aquí los tenemos ahora. Hemos quedado a media tarde y aún están media hora más con la novia a la que van a hacerle un traje con el que se sentirá libre y cómoda el día de la boda. «Me olvidé del vestido. El vestido no pudo conmigo». Eso es lo que le suelen comentar a Fernando, que, aunque es un gran creativo, no se olvida de que está al frente de una empresa y de que mañana hay que madrugar.