Coco Chanel: Una vida de película

Si el misterio es la esencia del prestigio, que dijo el general De Gaulle para justificar su personalidad, ¿a santo de qué la actriz Audrey Tautou se propone revelar el de la enigmática señorita de la Rue Cambon en una cinta que, dirigida por Anne Fountaine, se estrenará en España el próximo 5 de junio? Que nadie la toque, que así es la vida de Coco Chanel. De película…

Quien no ve en la moda más que la moda, es irremediablemente estúpido. Lo siento por la legión de estúpidos, pero esta frase tan gráfica la escribió Honoré de Balzac. La moda es economía, sociología, antropología, cultura, arte y si además va aderezada con unas gotas de misterio el resultado es un personaje como Coco Chanel. Nacida el 19 de agosto de 1883 en Saumur, región francesa de la Auvernia, fue una mujer con pasado. Su origen es otro de los enigmas que alimentaron su leyenda. Unas veces aseguraba que era hija de un buhonero y otras, de padre desconocido. Jugar a estos despistes debía de ser su peculiar manera de hacer marketing, muy a lo “gaullista”. Lo que está claro como el agua es que revolucionó la moda, en un momento (principios del siglo XX) en que la mujer pugnaba por incorporarse al mundo laboral, regido exclusivamente por el hombre. Sus innovaciones son incontables: Fue la primera diseñadora que creó un perfume con una base química, el inefable Chanel nº 5. El bronceado pasó de ser exclusivo de las clases trabajadoras, por el castigo divino de ganarse el pan con el sudor de la frente expuesta de sol a sol, a ser sinónimo de distinción. Prestigió el tejido de lana o tweed; ideó el bolso de bandolera, un “manos libres” ideal para alternar copa y canapé en los cócteles; lanzó los zapatos de salón beige con puntera negra para estilizar las piernas y rescató para el armario femenino muchas prendas exclusivamente masculinas.

Pero la actriz Audrey Tautou que encarna a la señorita de la Rue Cambon en “Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel”, ha dicho que le gustaría que la cinta sirviera para despojar de misterio su figura. Pues entonces hemos hecho un pan con unas tortas.

Selecto culebrón
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Si Coco es una leyenda se debe a su personalidad fruto de una vida de selecto culebrón. ¿Qué protagonista de folletín ha sido acusada de ser una “Mata Hari”? Amiga de lo más granado de la intelectualidad, las artes, la política y la aristocracia de la época, Coco Chanel recibía en su hotelito parisino de Saint Honoré a Picasso, Dalí, Colette, el duque de Windsor o Winston Churchill. Fue precisamente la amistad de estas dos figuras de la escena política lo que provocó que la tildaran de espía al servicio de Hitler. Coco “Mata Hari” Chanel, según una rocambolesca historia desempolvada en 1995, con motivo de cumplirse el L aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, habría sido designada para mover los hilos que repondrían al duque de Windsor en su trono como monarca al servicio del Tercer Reich. De sus andanzas amorosas también dan fe sus biógrafos. “Pude abrir una tienda de alta costura porque dos caballeros se estaban disputando mi ardiente y pequeño cuerpo”, escribía Paul Morand. Otros autores han destacado el carácter voluble, caprichoso, cínico y vitriólico de esta diva enamorada del trabajo. Para unos era una stajanovista y para otros una vulgar “negrera” que esclavizaba a las chicas de su taller. José Martí lo dejó escrito para la posteridad: “Dicen que triste cosa es no tener amigos, pero más triste aún es no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga es señal de que no tiene ni talento que le haga sombra, ni bienes que se codicien, ni honor del que se murmure, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni ninguna cosa buena que se le envidie”.

Chanel fue aguerrida adalid de la revolución femenina, pero quizá perdió su pequeña batalla personal. Murió en la más absoluta soledad el 10 de enero de 1971 en el hotel Ritz de París. Una película nos quiere revelar su misterio, cuando precisamente el misterio es la madera de la que están hechos los genios.

Máximas por lo mínimo

“Toda persona que hojee hoy en día un libro, dedicado a la historia de nuestra literatura, debería toparse con el nombre de un nuevo autor clásico: Coco Chanel. No escribía con tinta y papel (salvo en sus momentos de ocio) sino con telas, formas y colores: ello no obsta para que se le atribuya con frecuencia la autoridad y la brillantez de un escritor del gran siglo. Elegante como Racine; jansenista como Pascal; filosófica como Rochefoucald; sensible como madame de Sévigne…”. Este es el perfil que Roland Barthes escribió de la mujer que hizo añicos los moldes establecidos en las modas y modismos de principios del siglo XX. Por lo mínimo salían de su incisivo magín máximas que han quedado para la posteridad como una parte sustancial de su legado. Una mezcla entre la sutil ironía de Oscar Wilde y el refranero popular. No todo el mundo tiene el don de ser un juntaletras con chispa.

_ No puede existir una moda si ésta no está presente en la calle.

_ El mal gusto tiene unos límites. Sólo el buen gusto carece de fronteras.

_ El lujo es una necesidad que empieza donde termina la necesidad.

_El dinero añade a la vida un elemento decorativo pero no ha de confundirse con la vida.

_Un tratamiento de belleza debe empezar en el corazón y en el alma, de lo contrario de nada servirán los cosméticos.

_La naturaleza nos da el rostro que tenemos a los veinte años; la vida modela el que tenemos a los treinta, pero el rostro que vamos a tener a los cincuenta, corresponde a nosotras ganárnoslo.

_El arte de vestirse es una ciencia. La belleza, un arma. La modestia, sinónimo de elegancia.

_Si ha nacido usted sin alas, no haga nada para impedir que le crezcan.

­_Hay que temer a las personas que tienen mucho ingenio y poco juicio. Y estamos rodeados de ellas.