El tiempo se mece, a veces en un sigiloso vaivén y otras coge el portante y toma el camino más corto para dejarnos ayunos de minutos, de segundos… Me gusta verlo evolucionar en mi muñeca. Hoy, lento; mañana, audaz. Al tiempo de la calma y del desasosiego se le han subido los colores. Puede ser agua marina, rojo fuego y verde esmeralda por obra y gracia de Wempe (www.wempe.com). A esta empresa familiar, con sede en Hamburgo y fundada en 1878, se le ha ocurrido «pintar» de colores sus ya emblemáticos «Iron Walker» deportivos, al combinar el frío acero con esta expresiva calidez cromática.
La línea de relojes de Wempe «Iron Walker» debe su nombre a los intrépidos trabajadores de la construcción que levantaron el esqueleto de acero de los primeros rascacielos de Nueva York hasta alturas no aptas para los que padecen de vértigo. O sea, el nombre de este reloj es sinónimo de virtuosismo en su mecánica y de resistencia, dos cualidades del acero. Los primeros rascacielos fueron, en su aspecto técnico, una muestra de decidida modernidad y una nueva expresión de elegancia icónica que no habría sido posible sin los osados «iron walkers».
Los modelos «Iron Walker», disponibles en dos tamaños, siguen la línea marcada por estos resueltos trabajadores, a los que espero se les pagara en consonancia con su riesgo. Están provistos de pulseras de acero integradas y cajas herméticas que protegen de forma fiable la puesta en marcha mecánica de alta precisión. La alternancia de perfiles redondos y angulosos, de superficies pulidas y mates, les confieren un gran atractivo visual y hacen que queden igual de bien en cualquier tipo de ambiente. Desde el ocio al laboral.
A los Iron Walker automáticos 36 o 40 se suman ahora tres colores refrescantes y vibrantes a la
esfera: un vivaz azul aguamarina, un hipnótico rojo fuego y un intenso verde esmeralda. Tonos
que no pasan inadvertidos y aportan a los relojes una expresividad muy particular: alegría de vivir, tan necesaria en los últimos tiempos; personalidad y el reconocimiento por la relojería de alta calidad. El color puede compaginar con el vestuario preferido o por el contrario ser un potente contrapunto. Sólo se necesita desafiar a la tradición y ser tan decidido como los «iron walker».