Tacones: La realidad y el deseo

Como ahora todo son convocatorias para que los que escribimos nos hagamos lenguas y letras, por supuesto, de la firma tal o cual, asistí a un curioso encuentro en el que se mezclaban unas ginebras deliciosas en unos gintonics sofisticados – con ingredientes muy naturales, pero inusuales en esta bebida-; con moda y ¡cómo no! blogueros. Como me gusta ser fiel a mi nombre, clara, siempre digo que servidora -qué clásico lo de servidora- es una periodista que tiene un blog, lo que no me impide reconocer la valía de mis colegas, ajenos a mi profesión, así como su repercusión en el sector. Hay público para todo.

 

El encuentro tuvo lugar en Delicius Gastrocopas y estaba organizado por Sevilla de Moda, que no para quieta y hace bien. La maestra de ceremonias fue Ana Leticia Fernández, asesora de imagen y personal shopper. Una chica infinita, con un aire cercano a Inés de la Fressange, pasado por el tamiz sevillano. Se habló de zapatos, de la realidad y el deseo de los tacones; de Sarah Jessica Parker, una de las protagonistas de «Sexo en Nueva York»;  del cuidado de los pies y de su estética exterior. Moderó el debate Fátima Ramírez, periodista y, por tanto, con conocimiento del terreno que pisaba. En este encuentro, los zapateros iban a sus zapatos. Ya era hora de que el intrusismo se saliera de la «horma».

 

 

Abrió un curioso y divulgativo fuego dialéctico, Kiko Martínez, quiromasajista. Dio una lección del cuidado del pie antes de enfundarse esos tacones de vértigo, que le ha costado un problema de salud a Sarah Jessica Parker. Carrie Bradshaw en la pantalla, puso de moda los ‘manolos’, o lo que es lo mismo, los caros diseños de calzado del conocido creador español Manolo Blahnik. A partir de ahora tendrá que utilizarlos para contadas ocasiones. Su médico le dijo, no sé si con esa displicencia y aureola de misterio que suelen emplear algunos galenos patrios: «Tu pie hace cosas que no debería. Ese hueso de ahí… Has creado ese hueso, no debería estar ahí”.

 

 

 

Bueno, pues el quiromasajista nos informó de las nefastas consecuencias del uso abusivo de tacones de vértigo, pero viendo la cara de la concurrencia, prefirió inclinar la balanza a informar sobre los cuidados que requieren los explotados pies femeninos, que parecen trabajadores asiáticos al servicio de multinacionales europeas. Hay que hacer ejercicios de estiramiento, masajearlos y dedicarles unos diez minutos noctámbulos, cuando volvemos a casa hechas polvo de andar todo el día subidas en plataformas para reivindicar el derecho a ser estilizadas.

 

 

Nada de repantingarse en el sofá de piel o sucedáneo; nada de meternos directamente en la piltra. Los tacones, para quienes se trabajan los pies, vino a decir este profesional de la base de nuestro cuerpo. Una solución práctica, además de meter los pinreles en agua con sal y aliviarlos de la tortura, es tener  siempre una botella de agua en el congelador, donde apoyaremos el pie (una vez sacada del frigorífico, por supuesto) para masajear la planta. Claro que si a esos diez minutos para atender a los pies, hay que añadir otros tantos para desmaquillarse, unos cuantos más para la limpieza bucal, según aconseja el dentista; el cepillado del pelo, la crema de las manos y demás consejos para cuidarnos, creo que lo mejor es no salir o recogerse con tiempo suficiente para no morir en el intento de seguir a pie juntillas la lista de indicaciones.

 

 

Pero llegó  la diseñadora de zapatos sevillana Nuria Cobo y  echó crema suavizante al auditorio. Reconociendo y alabando las palabras del profesional, barrió para casa; o sea, puso en un pedestal a los tacones con esa vena poética con la que nos deleita últimamente. «La moda es una forma de llevar los sueños a lo cotidiano». El público se entusiasmó y llegó al clímax (porque los públicos también llegan al clímax) cuando habló de los beneficios sicológicos del uso de tacones. Advirtió que los zapatos deben ser de piel por dentro y por fuera, que es necesario acudir a un podólogo, que hay que cuidar los pies, pero que ¡ay, qué seguras nos sentimos todas subidas a unos tacones! La realidad y el deseo de Cernuda también están presentes en la moda.