ROSES D’HELENA, JOYAS CON ALMA

por Clara Guzmán

He conocido a Elena Martínez Ingunza en las redes sociales, la forma de relacionarnos que ahora se ha impuesto. Vi sus diseños de joyas y la empecé a seguir por ese gran escaparate que es Instagram (@rosesdhelena). Es la artífice de Roses d’Helena (www.rosesdehelena.es) piezas hechas artesanalmente en España, en concreto en Andalucía, a caballo entre Huelva y Córdoba. Pendientes, collares, pulseras, anillos…Dice que si la buscas es porque quieres una joya con alma. Con alma, con mucha personalidad y adaptadas a todos los bolsillos.

Elena nació en Madrid y con quince años se trasladó a Córdoba. «Mi familia tenía una joyería y yo me inicié en el negocio, en concreto en los talleres, mientras cursaba Derecho. Allí aprendí la técnica, porque la creatividad me viene de niña. Era la encargada de diseñar a mi hermana pequeña sus disfraces y las joyas que lo decoraban. Cartulina, purpurina, papel charol y de seda…eran los materiales que empleaba. La estética me gusta mucho y soy una apasionada de la decoración. Debe ser de familia, mi madre, dotada de un gusto exquisito, tenía una peletería, «Peletería Ingunza», en la calle Marqués de Urquijo de Madrid».

En la actualidad vive en Huelva, donde creó hace quince años su marca «Roses D’Helena». «Mis primeros diseños eran las rosas de coral de toda la vida, mezcladas con ónice, con jade… Es verdad que tengo un sexto sentido para saber por dónde van a ir las tendencias. Fui de las primeras en lanzar las sortijas con piedras intercambiables, todo en oro de primera ley. Me han propuesto abrir tienda tanto en Huelva como en Sevilla, pero nunca he encontrado el local adecuado, claro que luego llegó la crisis. Trabajo con talleres de Córdoba y Huelva en régimen de subcontrato, tengo una tienda online (www.rosesdehelena.es), pero tanto mi línea de pendientes de fiesta como de gitana se pueden adquirir también en Lina1960«.

«Mi objetivo- añade Elena- ha sido siempre acercar la joyería a la gente, con precios más económicos, para eso intento, por ejemplo, encontrar carpetas de brillantes más asequibles. Tengo varias líneas, la de fiesta, la de gitana, la «casual», la «light» y la alta joyería, previo encargo. También hago transformaciones de joyas antiguas por diseños más modernos o creaciones a partir de piedras que me traen los clientes. Yo suelo trabajar con piedras naturales: turquesa, peridoto, zafiro, coral, ónice, azabache, marfil de mamut fósil, coralina, turmalina, pero también con brillantes grises, que son más ponibles y más económicos».

Elena se siente muy orgullosa de que sus joyas sean artesanales. «A la antigua usanza. Yo huyo del diseño industrial. Me inspira un paisaje, un catálogo de subastas, un viaje, un perfume…Entonces se me enciende un clic. Para mí crear es una necesidad y me quema en la mano tener la pieza acabada y no enseñarla. Es verdad que muchos diseños están inspirados en el estilo Art-Déco. Fue una época muy fructífera en el arte, la arquitectura y la joyería. Es elegante, sutil, señorial. De todas formas, yo siempre me guío por la pregunta clave: ¿Tú te lo pondrías, Elena? Mis joyas son una proyección de mí misma».

Dice que su núcleo de clientela está en Sevilla; que era asidua a El Rastrillo y que cada dos meses organizaba un «show-room» en un conocido hotel de la capital hispalense. Pero eso era antes de que el Covid apareciera en nuestras vidas. «La pandemia ha propiciado que la gente se haya soltado más en la compra «online». No obstante, los cambios en los hábitos de consumo llegaron con las redes sociales y para vender en estas plataformas hay que empezar desde cero». Pero Elena ya lleva muchos años en un oficio en el que destaca, según su clientela, por el uso del color, su mezcla y el contraste del brillo y el mate. «Lo que más satisfacción me produce es que me digan que siempre que se ponen una de mis piezas son muchos los que se interesan por ella».

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