Por amor al arte…de la moda

Reportaje gráfico: Rafael Schlatter

Coco Chanel, que fue una revolucionaria (muy chic, por cierto) tanto en lo personal como en lo profesional, decía que «una mujer que no se siente segura nunca tendrá la posibilidad de ser bella». Evidentemente, la seguridad, entre otras cosas, la imprime la ropa; esa prenda impecable en la hechura y en su acabado, que te hace subir enteros cuando te la enfundas. Tengo que reconocer que cada vez que me he puesto uno de los vestidos a medida de Susana Pagés  (http://susanapagesdesigner.tumblr.com) para su firma «Por amor al arte», mi actitud ha sido otra. Sé que nunca me van a defraudar, que me voy a sentir cómoda y relajada. Claro que si es un acto especial y me coloco el abrigo de seda rústica, entonces tocan las campanas.

Charles Dickens acertó cuando escribió que «cualquiera puede estar lleno de animación y de buen humor cuando va bien vestido. No es ningún mérito». Es cierto, el mérito en este caso es de Susana Pagés, perfeccionista hasta la extenuación, formada en Goymar, lo mejorcito de la Sevilla de hace una década, cuando esta incansable luchadora empezaba a batirse el cobre en la profesión. Han pasado diez años pero no ceja en su empeño de seguir adelante en su empresa. Ahora se ha asociado con su hermano Kike Pagés, polifacético joven que lo mismo ejerce de modelo, que de organizador de eventos; diseña unos complementos originales y divertidos o restaura muebles para «Por amor al arte». Esa tienda tan especial que tienen por colleras en la calle Candilejo, 8, en la Alfalfa.

«Cuando acabé mis estudios- dice Susana- monté mi propio taller y aquí sigo al pie del cañón en un oficio que me fascina. Siempre he visto valorado mi trabajo y desde primera hora he contado con una clientela muy potente, que ha confiado en mi valía. Siempre me ha visto implicarme al máximo y esforzarme para que todo saliera redondo. Es cierto que mi vida ha ido encaminada a hacer realidad mi sueño, aún a costa de pasar momentos muy difíciles».

Dice que lo que más le enorgullece es la fidelidad de sus clientas; esas caras de satisfacción cuando ven la prenda terminada, ya sea una chaqueta, un vestido de cóctel o un traje de flamenca. «Esa respuesta es la que me da vida en estos momentos de incertidumbre, aunque siempre me he ido adaptando a los cambios». Sabe perfectamente que la gente la busca por su creatividad, su originalidad y esos acabados en las prendas que la hacen merecedora de ser una artista en el complejo oficio de la aguja y el dedal.

«Tomo muchas decisiones porque la clienta confía en mí. Nos vamos juntas a elegir la tela, porque cuando tengo el tejido en la mano «veo» el diseño. Se me debe notar en la cara, porque me suelen decir: «Ya te ha hablado la tela»». Y se ríe con esa risa contagiosa de quien es una apasionada de su trabajo. «No me gusta que mi ropa se quede en el armario. Yo defiendo su versatilidad; un vestido puede tener un aire más sport  o por el contrario más de vestir en función de cómo lo complementemos. Quiero quitarle a mis clientas de la cabeza esa idea de que la ropa hay que reservarla para determinados momentos».

«A mi público le gusta la sofisticación, pero sin exagerar, en su justa medida. Aunque de lo que más contentas están mis clientas es de que pasan los años y las prendas siguen intactas. No han sufrido ningún tipo de deterioro: están bien cosidas y el material bien escogido». Claro que lo que ella no cuenta es la de horas que se pasa dale que te pego a la aguja hasta dar forma a esos dibujos que hace con maestría, para que te hagas una idea del conjunto. Ahora, en «Por amor al arte», ha hecho un sugerente despliegue de todo lo que podemos ponernos en estas fiestas.