Mango, ¡qué blanco!

 

Coco Chanel decía que el  blanco borra la edad, otros apuntaban que el negro rebajaba la tensión, esa que se ha instalado últimamente en nuestras vidas. Pero como nada se detiene, el blanco tiene todas las papeletas para ser la estrella de esta primavera-verano y eso es de agradecer. Demos la bienvenida al blanco de la mano de Mango, porque tampoco es cuestión de quedarse sin blanca.

 

 

Lo hemos visto en la alfombra roja vistiendo a alguna que otra actriz, aunque el Oscar se lo llevara Tom Ford y Gwyneth Paltrow recibiera la estatuilla a la mejor interpretación de un diseño que marcará un hito en la historia de la moda. Pero también hemos visto al blanco en otras colecciones del amplio abanico que va desde la alta costura al prêt-à-porter. Mango ha apostado por él y por sus parientes más cercanos, los empolvados.

 

 

 

Blanco, en perfecta unión con el melocotón (color que empieza a subir  enteros en el difícil escalafón de los invitados a esta merienda de negros);  tal vez asociado con un clásico, el azul marino; con un elegante, el negro, o con los socorridos, rojo, turquesa, amarillo pajizo, rosa…a elegir. El blanco es un color que simboliza no sólo la pureza, sino la ausencia de preocupaciones, de agobios. Es la relajación en estado puro.

 

 

 

«Las mujeres -comentaba Mademoiselle Chanel- piensan en todos los colores, salvo en la ausencia de color. He dicho que el negro lo tiene todo. El blanco también. Son de una belleza absoluta. Es la armonía perfecta. Pongan una mujer de blanco o de negro en un baile. Sólo se la verá a ella».

 

 

 

 

Mango lo ha vuelto a llamar a capítulo y  aquí lo tenemos en camisas, un clásico y un inevitable en el fondo de  armario; chaquetas, pantalones, vestidos y faldas plisadas a ras del suelo, esas que desfilarán por las calles cuando nos cansemos del invierno. Al blanco también lo veremos asociado a los empolvados en un afán por dulcificar el conjunto. Además, compartirá paleta con los colores clásicos, en esas mezclas ya vistas otros veranos: Aires de capitán de yate, tumbado a la bartola en la Costa Azul, por acudir también al tópico.

 

 

 

 

En su  “Teoría de la clase ociosa”, Veblen  escribió: “Los vestidos “chillones” resultan ofensivos para el buen gusto de la gente que lo tiene, ya que ponen de manifiesto un deseo indebido de impresionar la sensibilidad no educada del vulgo”.  Por eso y para evitar dimes y diretes es mejor jugárselo todo a la carta de un color tan virginal e inocente para una época, la primavera-verano, proclive a todo lo contrario. Paradojas de la moda.