Made in Ubrique

Me gustan los pueblos chicos de gesto antiguo…Así era el estribillo de una canción no sé de quien, no sé de cuando. Pero me gustan los pueblos chicos que se ganan el sustento en comandita como Ubrique. Este pueblo blanco de la serranía de Cádiz, famoso ahora por el rosa chillón de la mal llamada Prensa del corazón  (léase Jesulín, Ambiciones y demás derivados) vivía en un tiempo pasado de la piel. Ahora se la deja en el intento de recuperar años perdidos, que se fueron porque los dejaron irse, porque quisieron irse o porque estaba de Dios que se fueran.

He estado en Madrid en la presentación de Ana de Barada, una colección de bolsos de los que una se quisiera llevar la mayoría a casa. Y escribir esto es decir mucho en unos momentos en que los periodistas de moda se andan quejando de que la creación se ha esfumado. Porque, ¿dónde está la creación ? se preguntan después de haber visto la última edición de Cibeles. Algo así como aquella manguera de la canción. La manguera, ¿dónde está?¿dónde está la escalera? No perdamos el control…

El control de la situación  no lo han perdido ni Guillermo Torino, diseñador, generador de ideas y divulgador de la firma ubriqueña, ni Ana María Valle, directora general de Barada y la «culpable» de que su pueblo vuelva a salir en los papeles. La cita fue en el Hotel Villa Real de Madrid. Expuestos en un ambiente que evocaba la sierra de Grazalema (el lugar donde más llueve de España) allí estaban los bolsos de la colección de otoño-invierno  2010-2011 Ana de Barada acaparando todas las miradas. Y las miradas se iban y se venían para la línea naranja Hermés, delicados y con clase; los trenzados a modo de calceta, codiciados por la mayoría de periodistas; el de cocodrilo negro, señorial y llevadero, en su estructura tipo maletín; o los reversibles de piel de cordero, curiosos en su idea de ser dos por el precio de uno.

Estuvo toda la Prensa, señal de que Rosa María Vallés tiene mano con la «canallesca», pero estuvo también medio Ubrique, con su alcalde, Francisco Javier Cabezas Cuevas, al frente, señal de que apoyan esta estrategia empresarial que podría ser la locomotora que pusiera en marcha a un pueblo especialmente azotado por la crisis del sector textil.

Ubrique Natural

Porque Ana de Barada no sólo fue la presentación de unos bolsos que despertaron la admiración de los presentes, sino el aldabonazo para un sector, el de la piel, que se quedó adormecido hace unos años y que permitió que empresas foráneas echaran el lazo a muchos profesionales que ahora ejercen en el extranjero un oficio que fue el modus vivendi de un pueblo.

Las colecciones de Ana de Barada tienen como hilo conductor la naturaleza y Grazalema la inspiración de estas líneas, donde los herrajes desaparecen para dar protagonismo a la piel.  Porque los volúmenes son contundentes y se manifiestan en desestructuradas piezas de piel como la napa 700 cordero, la napa metalizada, la piel de curtición vegetal de vacuno, piel de ternera, potro, avestruz, cocodrilo virgen  y de lagarto. Los colores:  piedra, curry, albero, castaño, oliva metalizado, marrón, coral y negro.

Pero quizás lo más importante de esta apuesta de la joven empresaria  procedente de una familia dedicada de por vida a la piel, es que todo está realizado en su tierra. O sea, que los bolsos son made in Ubrique, el pueblo de donde siempre han salido los mejores diseños de las grandes firmas nacionales e internacionales dedicadas a la marroquinería. Con la puesta en el mercado de su nueva colección, Ana María Valle quiere barrer para casa y potenciar lo autóctono, con vistas a un mundo globalizado. Para eso ha contratado a uno de los mejores expertos en el lanzamiento de marcas, en sacarlas del entorno doméstico  y darles un garbeo por el mundo; o sea a Guillermo Torino.

Larga vida a Ana de Barada.