En los últimos tiempos, los diseñadores cuasi bisoños que fichan las casas de moda de postín, llegan y mandan parar. Pero así, sin contemplaciones. Mandan parar como los políticos que llegan al poder y arrasan con la herencia del anterior. Después de mí el diluvio que dicen que dijo Luis XV y antes de mí, el páramo. ¡Qué le vamos a hacer! Los directores creativos de las casas de moda de postín son también humanos, aunque sólo los conozcan en su casa a la hora de comer. Jonathan William Anderson, responsable de la firma J.W.Anderson; o sea, lo dicho, llegó a Loewe y mandó parar. Mandó parar el logo y creó uno más «limpio», según sus palabras. El anagrama de la marca fue diseñado por Vicente Vela en 1970. Y ahora, en los nuevos tiempos, se ha «simplificado».
Loewe, casa española de lujo por antonomasia, hasta que en 1996, fecha en la que celebraba su CL aniversario, fue comprada por el potente grupo LVMH, siempre ha tenido en sus bolsos su seña de identidad. Un bolso de Loewe era una muestra del poderío de su portadora. Poderío que podía ser por delegación; o sea que quien ostentara el poder fuera su hombre, o poderío por cuenta propia, que siempre es mucho mejor. Este modelo de las imágenes denominado «Puzzle»; es decir, rompecabezas, se puede llevar de cinco formas diferentes, desde colgado al hombro hasta como «clutch», porque se pliega completamente y se queda plano. Lo hay en rojo, azul piedra, marrón, violeta y verde kaki en ante y se puede comprar también on line: loewe.com. Pero donde esté, por ejemplo, el modelo Flamenco en piel de cocodrilo que se quite la funcionalidad del «Puzzle». Vamos, pienso yo.