Loewe para la próxima primavera

 

 

Ya saben que la firma Loewe fue española, pero que por esas cosas de la vida pasó a formar parte del grupo francés de productos de lujo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), propietario de marcas como Louis Vuitton o Céline. No obstante, su nombre y su actual director artístico, Jonathan Anderson, quiere que pervivan los puntales de la firma,  la artesanía y ese sello tan español que siempre la caracterizaron.

 

La Maison de L’Unesco de París fue el escenario que acogió la colección que Anderson ha diseñado para la primavera-verano 2018 de Loewe. Algo está cambiando en la firma porque a bote pronto nadie diría que esos diseños que llevan las modelos tienen el sello de una Casa que siempre representó el poderío y el empaque de las señoras de posibles de todas las Españas. Claro que a veces toda cambia para que todo siga igual.

 

 

Vemos muchos vestidos al desgaire, amplios, informales, juveniles, para entendernos. Una obsesión ésta de llegar a un público integrante de la generación Y o «millennials»; es decir, a los nacidos entre 1980 y 2000. O sea, a los que no tienen un euro para gastar en una ropa que, por denominación de origen, no es asequible. A veces, la obsesión por captar nuevos clientes acaba con la fidelidad de los de toda la vida.

 

 

Dice la nota de prensa de Loewe que Jonathan Anderson presenta a una mujer viajera, de mundo, experta en artesanía, cuyo sentido de lo práctico contrarresta con la delicadeza plasmada en los faldones pastel, estampados de cuadros y cachemiras. En la colección resaltan las prendas asimétricas, parece que va a continuar esta tendencia la próxima primavera, que acentúan la forma, potenciando una silueta fluida.

 

 

Es verdad que la colección no me apasiona. No le veo la chispa ni tampoco el interés. No es fácil ser siempre ingenioso y talentoso, sobre todo con la cantidad de originalidad que le exigimos a los creadores.  Somos tan humanos, tan perfectamente imperfectos, que, incluso, sentimos y padecemos. Para consolarnos, ahí tenemos a  los ordenadores que hasta los más sofisticados y van un día hacen ¡paf! y te dejan a medias.

 

 

Es verdad que la colección ha pretendido ser artesanal, no dejar de lado esa seña de identidad del Loewe de toda la vida; de ese que nos hacía sentir orgullosos cuando competíamos con otras marcas de lujo del panorama de la moda. Hay adornos manuales, que muestran técnicas de la artesanía, como capas y drapeados y el ya más que visto, revisto, «patchwork» en cuero, encaje y bordados.

 

 

El desfile también presentó dos nuevos diseños que, dice la nota de prensa, pasarán a formar parte de los bolsos emblemáticos de Loewe. El Gate, una versión moderna de una silla de montar, que incorpora una correa con nudo y una bisagra de latón. El bolso Tent, que se caracteriza por ser reversible y que en el desfile apareció en los dos colores emblemáticos de la Casa, el oro y el caramelo.  He aquí el Loewe primaveral.