Lidya (sí, así escrito, no hay errata que valga) Fernández Díaz es de Jerez y he conocido su marca @lidyafdiaz.telaspintadas en Instagram, el lugar idóneo para estar al día de la moda y los modos del momento. Es pintora, artesana, hace diseños exclusivos y los hace aquí, en España. Desde prendas de vestir, a sombreros y mantones, pasando por todo lo necesario para decorar la casa con nuestro propio sello. Se pueden elegir el color, los motivos, la hechura, que Lidya les dará vida, porque todas sus piezas tienen un chispeante movimiento. Son tan vitales como ella.
Todo empezó, que se sepa, cuando era jovencita y pintaba camisetas «para ganarme unas perrillas». Pero también cuando montaba escenarios en la Casa Pilatos de Sevilla o en Sancti Petri. Decididamente, Lidya es una mujer de recursos. Después «oficializó» su destreza con los pinceles en la Escuela de Artes y Oficios de Jerez, para luego saltar a la prestigiosa Elisava, la Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería de Barcelona. «Estuve tres años y fue una gran experiencia, aunque no me importó volver a mi tierra». Y fue regresar y ganar el cartel de la Feria del Caballo de Jerez de 1983.
«En Barcelona, además, hice muchos cursos monográficos, como uno de interiorista que me permitió trabajar veinte años en esta profesión». Luego llegó la crisis de 2012 y se pararon las obras, pero no Lidya, que lanzó una firma de chalecos, @chalokoschalecos, la llevó al Momad (la Feria de la Moda de Madrid) y ahora la ha heredado su hija. «Por entonces empecé con mi marca de telas pintadas, que tengo dividida en dos sectores, el de moda, donde pinto mantones, vestidos, telas, kimonos de novia, sombreros, alpargatas. ..Y el de decoración, con pantallas de lámparas, manteles, cojines, caminos de mesa y murales».
«Las telas las pone el cliente o yo. En mi taller trabajo con terciopelo, viscosa gruesa, seda. Puedo pintar una tela por metros, una prenda confeccionada o una que he confeccionado yo. En los mantones suelo aportar la tela que, generalmente, es de piel de ángel, crepe o viscosa. Los motivos se pueden elegir y la pieza es exclusiva. Es un trabajo que depuro mucho, ya que incluso asesoro a las clientas cuando van a una boda o a un acto solemne. Mi tienda física la tengo en la calle Armas, 17, en pleno centro de Jerez, al lado del Alcázar, y en mi web (www.telaspintadas.com) está la «online».
«En ambas tenemos la tarjeta regalo. Cuando la adquiere el cliente yo me pongo en contacto con la agraciada para saber qué le apetece que le haga. Ahí está el valor de esta tarjeta, el que sea un regalo único». Claro que único pueden ser también esos sombreros que pinta con tanto estilo. «Todo empezó con una pamela XXL que me pidió una clienta de Galicia para decorar. Entonces le pinté flores blancas, verdes… Sí, casi siempre pinto flores, mucha naturaleza, sobre todo cuando me siento libre. Me dicen que mis piezas tienen un halo romántico, pero no descarto pasarme al arte figurativo».
También son únicas sus pantallas de lámparas que cuentan historias, como la de una clienta que quería reflejar la casa de campo donde había vivido. «Me mandó fotos de la fachada, pero también de un árbol, de un banco donde se sentaban… La mayoría de las veces estoy sometida a unos colores, a un estilismo, pero tengo que reconocer que es un reto para mí. Todo el mundo dice que mis piezas tienen un movimiento natural. No hago boceto base, todo me sale del tirón. Lo que el pincel me va pidiendo. «Es probable -me confiesa- que me motivara empezar en este oficio ver el vestido pintado con pájaros que llevaba Jessica Tandy, la actriz que encarnaba a la anciana de la película «Tomates verdes fritos».