Cristo Bañez, todo para el hombre

Cristo Bañez dice que sigue siendo el mismo chaval de Almonte que quería ser diseñador, pero con una salvedad, ahora tiene una  reconocida trayectoria, una tienda con cuatro plantas y una firma con la que desfilará el martes en Andalucía de Moda

No para quieto y repite como si fuera un mantra que la moda es su razón de ser desde que era niño y con su media lengua indicaba a su madre, modista de profesión, las combinaciones adecuadas a cada modelo. Y acertaba. Acertaba porque ser diseñador es innato en él. Cristo Bañez está en capilla. Mañana presenta su colección de hombre  primavera-verano 2011, en Andalucía de Moda, una colección que, con el sugerente título de Café de Argel, está inspirada en el Mediterráneo, en nuestras raíces musulmanas y en el kistch andaluz. «Es la segunda vez que desfilo en este foro con mi ropa de hombre, un prêt-à-porter, con el que aspiro a  ir a Cibeles y con el que tengo un proyecto para abrir una tienda en Madrid. En España se diseña poca ropa de hombre, en Andalucía casi nadie se atreve, cuando, en cambio, se produce mucho. Yo presento una colección muy de Sevilla, donde nuestra cultura es la de vivir prácticamente en la calle. Es cierto que en la pasarela se muestra todo de una forma más provocativa, más rompedora, pero el cliente encontrará chaquetas sastre de corte inglés, twin-set, pantalones pitillo, boxeador, bermudas, zaragüelles, tenis y pareos; camisería clásica, con una paleta de color basada en el blanco, el beige y el camel, en punto de algodón, algodón, batista, lino e hilo».

En realidad, Cristo se llama Miguel Ángel y su nombre de guerra en la moda es un humilde homenaje a su madre, a la que también está unido por los hilos de la profesión, Cristobalina Bañez. «Soy el menor de tres hermanos y desde pequeño quise ser diseñador y me salí con la mía. Mis padres me apoyaron mucho, toda mi familia y mis amigos. No le debo nada a nadie y sólo he tenido la ayuda emocional y en otros sentidos de ellos. Recuerdo que un profesional de la moda me dijo una vez algo que no olvidaré. Para triunfar en este mundo hacen falta tres cosas: «Ser muy buen profesional, ser un buen relaciones públicas y estar en el momento adecuado y con la persona indicada». Yo hago ropa de hombre, costura a medida, novia y, trajes de flamenca. Desfilo en Simof y visto a famosas como a la duquesa de Alba, a Eugenia, a Genoveva Casanova, a su hija Mina, realmente me une una gran amistad con la Casa de Alba».

Noches sin dormir

Reconoce que es una locura tener una tienda de cuatro plantas en Sevilla en época de crisis. «Cada vez que llega fin de mes no duermo. Lo mío es un compacto equipo desde la modista a los dependientes, es un ambiente tan familiar que lo paso fatal. Es verdad que no debo nada a nadie y que tampoco me da miedo que me vaya mal, porque no me importaría volver a empezar de nuevo. No se me caerían los anillos. Con diecisiete años ya era empresario. Hice el Bachillerato, luego estudié Diseño, donde me dieron una mención de honor;  Estilismo y Patronaje Industrial. Los comienzos son duros, muy duros, mi trayectoria no ha sido fácil, por eso me sorprende que los jóvenes quieran ser Valentino nada más echar a andar en la profesión. Yo he sido mi limpiadora, mi patronista, mi gestor, me he llevado noches sin dormir, cuando hay diseñadores emergentes que duran un año. Recuerdo que era un niño en un mundo de mayores, que he crecido a la par que muchas modelos, niñas de pueblo, como yo, que venían a Sevilla para triunfar. Soy de la misma quinta que Eva González, de Mairena del Alcor;  que Lola Alcocer, de Dos Hermanas, o que Laura Sánchez, de Los Marines (Huelva), quizás por eso en los desfiles de Simof mis modelos son las únicas que cuando acaba todo chillan, me abrazan, lloran… se emocionan conmigo».

Una Cibeles del sur

Cristo Bañez tiene fábricas en Portugal y en Marruecos y un taller en Almonte, donde hace la costura y la medida. El punto de sus colecciones está hecho en España. «A mis clientes les pregunto si se sienten bien, porque si no es así van a transmitir la  inseguridad de ir vestidos a disgusto. Mi intención es que se luzca el cliente y no que sea la percha donde poner mi ropa. Hacer ropa forma parte de mi vida; trabajo para el público no para mí. Somos modistas, somos trabajadores del público. En Almonte se dice: «quien quiera tienda, que la atienda»; es decir, si no vales para vender al público, no lo hagas»

Valentino para mujer y Tom Ford para hombre son sus creadores favoritos. «Los dos son muy elegantes, con líneas muy depuradas; son transgresores sin rozar el espectáculo. Cuando te vistes como una estrella,  te sientes estrella. Una mujer con un vestido rojo de Valentino y un hombre con un smoking de Ford son dos estrellas».

Sobre la moda andaluza, Cristo es contundente. «Siempre se apoya a los mismos. Creo que en Andalucía deberían dejarse de hacer ochenta desfiles y hacer uno bueno, una sola pasarela donde estuvieran las mejores modelos, con una buena convocatoria de prensa. Sería como una Cibeles del sur. Lo único que consiguen parcelándolo todo es dividir a los diseñadores».

 De lo moderno a lo hortera

Dice Cristo Bañez que es más fácil hacer una colección de mujer que de hombre. «Con un hombre o haces un clásico y te tildan de fabricante o creas y te arriesgas a no vender nada. En el hombre hay una línea muy delgada que separa lo moderno de lo hortera, lo afeminado de lo chabacano. Por un botón una prenda puede ser hortera o moderna. El hombre tiene que tener cuidado con su vestimenta, en este aspecto destacan los sevillanos y los jerezanos. Saben diferenciar las telas, son grandes entendidos en camisas y en corbatas y conocen perfectamente el protocolo indumentario. En el sur la gente se viste mucho, porque la vida está en la calle y los colores son luminosos. Para este invierno he presentado una colección  basada en  trajes de chaqueta con vivos en terciopelo y raso; chaquetas de pata  de gallo, blazers, camisas clásicas y otras tipo marineras, de cuellos maos; pantalones inspirados en los de montar a caballo… Me gusta nuestra cultura, pero sin caer en los tópicos».