Alianzas

Podría ser una ostentosa ordinariez para los tiempos que corren, pero tratándose de ellos está justificada. Me refiero a los 65.000 euros del ala que ha pagado la pareja Pitt-Jolie por cada una de las alianzas de compromiso que se van a obsequiar mutuamente, en el preludio de su, al parecer, inminente boda. Han salido de la factoría del joyero Robert Procop, que ha tardado un año en realizar el encargo: Dos anillos de oro con diamantes de 16 quilates, con los votos de cada uno de ellos grabados. Votos que no han trascendido. Eso debe pesar un montón. Me refiero a los anillos, pero hay tradiciones que se disparan, sobre todo si los que apuntan: ¡fuego! son dos divos de Hollywood, de esos que parecen dibujados. La alianza de compromiso tiene un origen muy humilde, porque, al parecer, la fidelidad y el cielo son redondos. La tradición romana consistía en entregar un anillo, símbolo del ciclo de la vida y de la eternidad, que constituía una promesa pública de que el contrato matrimonial entre un hombre y una mujer sería respetado. Al principio, era un sencillo aro de hierro, pero cinco siglos antes de que Marilyn Monroe cantara aquello de que los diamantes son los mejores amigos de las chicas, estas piedras preciosas empezaron a significar fidelidad conyugal. Y, evidentemente, el aro dejó de ser de hierro. Luego llegaron Brad Pitt, que además es miembro del club de actores con aversión al agua, espesitos, para entendernos, según publica la edición digital de ABC, y Angelina Jolie  (dos que duermen en el mismo colchón…) y rizaron el rizo. Es que no se nos puede dejar solos…