CRISTINA CAMACHO, LA MAGIA DE LA CERÁMICA

Sigo a Cristina Camacho en Instagram @cristinacamacho_ceramica y cada día me sorprende con un diseño original, lleno de vida y desbordante de ternura. Vajillas, bandejas, posavasos, fuentes, cajitas de cerámica pobladas de naturaleza: pájaros de distintos colores y plumajes; flores, lagartijas, sapos, la simpática mariquita. Y todos aquéllos motivos con los que su imaginación y la de sus clientes quieran «vestir» cualquier pieza para regalar o decorar la casa.

De una mala estudiante, como se define, surgió una artista cada día más enamorada de su profesión. «Nunca me interesaron los estudios, pero me gustaba pintar. Mi madre, desesperada, me matriculó en la Escuela de Artes Aplicadas, entonces se llamaba así y estaba en el Pabellón de Chile. En tercer año me decidí por la cerámica, a la que me fui apasionando cada día más. Luego entré en la Escuela de Gelves de Cerámica y Modelado y después hice Bellas Artes».

Trabajó en la emblemática fábrica de Pickman, en La Cartuja de Sevilla, pero siempre tuvo su pequeño taller. Empezó haciendo piezas para su círculo de amigos, hasta que el boca a boca hizo aumentar sus pedidos y ahora trabaja por encargo. «Mis formas son muy simples. Me gustan las aves, darles color, vivacidad; decorativamente pesan poco y son muy etéreas. La naturaleza también es otra fuente de inspiración: flores, ramas, aunque, a veces, también hago piezas abstractas y se venden».

Según Cristina, la cerámica tiene un componente mágico. «En el torno vas transformando la materia y le vas dando cuerpo, vida. Esta es la faceta que más me gusta, porque también compro la pieza hecha, la esmalto y la pinto a mano, como esas cajitas que tanto me piden para regalos especiales. No, no se valora este trabajo artesanal, lento; sí, como la moda lenta. Es un proceso enorme, con muchos pasos a seguir y sólo dos manos. Y si lo haces rápido, corres el riesgo de que se rompa».

«Si le echas pasión, como yo; si disfrutas, no quieres que salga del taller una pieza con la que no estés satisfecha. Cuando me hacen un encargo, tiene que ser con tiempo suficiente, porque tiene su proceso. Una vez que saben el motivo, hago los bocetos de la temática con la que quieren decorar, por ejemplo, una vajilla. Se va perfilando en función de los datos que me van aportando, pero hasta que el cliente no da su conformidad no empiezo el trabajo».

Un trabajo que ahora, desde que sufrimos la experiencia del confinamiento por la pandemia, se ha visto incrementado. Cristina Camacho cree que pasar tantas horas en casa nos ha hecho recapacitar sobre cuestiones que antes pasábamos por alto. No sólo valorar la seguridad de tener un hogar, sino de hacerlo más confortable y de rodearnos de belleza. «La casa ha cobrado un gran protagonismo y también el «carpe diem», la necesidad de vivir el momento y vivirlo rodeado de belleza». ¿Por qué no con alguna de sus piezas de cerámica, artesanas y hechas en España?