El hombre feliz llevaba perfume

por Clara Guzmán

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Me gusta perfumarme. Un perfume es siempre un misterio. Un perfume es casi como un libro. Lo abres y no sabes si sus notas o si sus letras te van a atrapar. Hay perfumes que se evaporan a media mañana y te dejan desnuda de emociones y hay libros que  se agostan en pleno febrero. Me gusta perfumarme porque es dejar la huella aromática y liviana de que has pasado, aunque sea de puntillas. Me gusta leer porque es  adentrarse en otras vidas, en el juego carnavalesco de quitarse y ponerse la máscara. Ahora estoy aquí, mañana allí, pero siempre vuelvo al mismo sitio.

Hoy he leído «El libro de los perfumes» de Eugene Rimmel y me he ido a Siria con el rey Antíoco Epifanio, mientras me iba envolviendo en la danza invisible del aroma de Eau de Minuit de Lolita Lempicka. La flor de regaliz me ha trasladado a mi infancia, y al dulce amargor que teñía de negro mis novatos dientes…

El hombre feliz llevaba perfume

En la voluptuosa Siria, o al menos una espera que fuera voluptuosa y que la realidad no le robe el cernudiano deseo, Antíoco Epifanio, el Ilustre, era el más rendido admirador de los perfumes de entre todos los antiguos reyes asiáticos. Hasta tal punto llegaba su pasión por las fragancias que celebró unos juegos en Daphne, donde las protagonistas fueron precisamente las esencias. «En una de las procesiones que allí se celebraron – escribe Rimmel- había doscientas mujeres que rociaban a la muchedumbre con perfumes. En otra, marchaban  muchachos con túnicas de color púrpura, llevando incienso, mirra y azafrán en bandejas de oro, y detrás de ellos desfilaban dos incensarios de madera de hiedra recubierta de oro, con un gran altar cuadrado, tambien de oro, en medio de ellos. Todo aquel que entraba en el gimnasio era ungido con algún perfume contenido en bandejas de oro».  Además de ser una aromática idea para Lula da Silva y su olímpico Río de Janeiro es una forma de alegrar el alma antes de estirar el cuerpo.

Pero aún hay más, cuenta Eugene Rimmel que «dicho rey estaba bañándose una vez en los baños públicos, cuando un hombre, atraído por el olor que despedía, se le acercó y le dijo: «Eres un hombre feliz, oh rey: hueles de una manera tan refinada…»  El hombre feliz llevaba perfune. Porque,  ¿qué es la felicidad? Instantes, momentos. Ráfagas de flor de regaliz oreándote los recuerdos. Quitándoles telarañas, dejando que se impregne el espíritu de, por ejemplo, Eau de Minuit de Lolita Lempicka, porque es la que tengo ahora más a «nariz». Los recuerdos no se tienen siempre tan a mano. Ni tan a mano está el resorte odorífero para que salgan en cadena; en cadena o como en una cesta de cerezas. Tiras de uno y salen todos. Uno detrás de otro, sin orden ni concierto, pero todos siguiendo una olorosa estela.

La flor del regaliz

Así que a flor de regaliz huele Eau de Minuit de Lolita Lempicka y a mirra y a iris y a jazmín y a benjuí y a vainilla. ¿Se puede pedir más para un cóctel exótico? Sí, su mágica botella. Redonda, sensual, como si de una excitante manzana se tratara. Sí, como las otras cuatro que le han precedido, donde se albergaban las cuatro esencias que la diseñadora ha ido esparciendo como si fueran gotas de buenaventuras.

En esta ocasión el rojo pasión tiene la preferencia, en contraste con el violeta intenso del frasco de cristal, que se remata con un pompón de pasamanería. Un diseño que evoca a los perfumadores de los años cincuenta, pequeños, femeninos y dispuestos con comedida coquetería en el tocador. Pero hasta noviembre habrá que esperar a que nos llame la atención desde los anaqueles de El Corte Inglés.  Seguro que nos lo llevamos puesto.

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4 comentarios

Ginés 30 octubre 2009 - 0:26

He estado bicheando por internet para ver qué perfume le compro a mi mujer esta Navidad. He dado con este blog y llevo más de media hora cotilleando. Me ha gustado lo que dice de este perfume y ya me lo he apuntado para comprarlo. Voy a ir ahorrando. Me gustaría saber cosas de la dueña de este blog. De dónde es, cuántos años tiene. No sé, para conocerla mejor. Gracias.

Conrado Alejo 18 octubre 2009 - 0:07

Me apasiona el mundo de los perfumes. Me gustan los de Lolita Lempicka, huelen diferentes a los demás, tienen personalidaz. Eso es lo que busco en un perfume. Me encantaría que hiciera de hombres. Le escribo desde Pamplona y yo creo que Clara Guzmán es un colectivo de gengte. No hay fotos de esta periodista en ningún lado, así que no existe conmo tal. Yo sigo este blog desde hace tiempo. Me gustó mucho lo que hablaba de los bolsos y de loszapatos. Son cosas distintas.

Lola Beneyto 17 octubre 2009 - 21:28

Estoy deseando oler ese perfume. A mí me encanta el regaliz pero me sienta mal. Me ha encantado el escrito, es muy lírico, casi poético. Una pregunta que siempre me hago. ¿De qué edad es más o menos la señora que escribe? No me parece que sea demasiado joven, porque se ve que ha leído mucho. A mí me encanta leerla. La leo desde Bilbao y parece que ella escribe desde Sevillla o ese me parece a mí. Alguien me puede decir quién es esta escritora y dónde vive?

Hortensia Gil 9 octubre 2009 - 18:35

Hola Clara,
como tu bien dices hay perfumenes u olores que nos llevan al pasado, pero hoy leyendo este articulo, he viajado a mi pasado y me ha emocionado leerlo, aunque estoy un poco melancolica , he sacado mi propia conclusion a tus palabras, hay perfumenes que nos hacen felices…
Espero poder oler pronto ese coctel exotico, como tu lo llamas…..
De nuevo te doy las gracias por todo

Hortensia

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