En este año que empieza y que va a ser especialmente sustancioso para la moda en los museos, Manolo Blahnik, nuestro zapatero prodigioso, va a pisar fuerte. Va a pisar fuerte a partir del 26 de este mes cuando se inaugure en el Palazzo Morando de Milán la exposición «The Art of Shoes», donde se exhibirán un total de 80 bocetos y 212 pares de zapatos, seleccionados entre los más de 30.000 modelos que cuenta su archivo.
Pero esta muestra, que conmemora el XLV aniversario de profesión del zapatero nacido en la isla de La Palma, de madre canaria y padre checo, no se quedará ahí. Esta exposición nace con espíritu viajero. Así que de Milán se trasladará a San Petersburgo, Praga, Madrid y Toronto, para que se conozca el oficio de este hombre al que maldita la gracia que le hace que a sus zapatos se les bautizara con el nombre de «manolos».
Se lo contó al compañero Rafael Muñoz en una entrevista. «No soporto que los llamen «manolos», parece una pareja de toreros retirados o una empresa de transporte». ¡Quién lo iba a decir, cuando parecía que se había asumido por parte de todos designar sus inefables zapatos con ese castizo nombre! Blahnik también odia las zapatillas de deporte y las plataformas, de las que dice «arruinan las proporciones del cuerpo».
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Blahnik, al que conocí hace años y en el que pude constatar su timidez y su educada aversión a la prensa, dice ser un historiador de cine frustrado. Le encanta leer y aprovecha las horas de ese insomnio que le es tan familiar, para devorar libros. Claro que tampoco se pierde visitar en cuanto puede el Museo del Prado, una de sus fuentes de inspiración. Esa y el folclore, no sólo el español, sino todo aquel que sigue siendo auténtico.
Y esa inspiración la vemos en sus modelos, cuando observamos ese lunar que nos recuerda el traje de flamenca más genuino, o esos adornos tan propios de las tribus africanas o la Rusia de los zares. Aunque no sé si ha sido por amor a lo genuino la razón de realizar una colección por colleras con Rihanna, a la que dice admirar como «popstar». O quizás porque también Blahnik tiene su dosis de excéntrico, como todo genio.
Los zapatos de Manolo Blahnik, que en Sevilla se pueden encontrar en la tienda de Reyes Hellín, son muy codiciados y hablan del poder económico de su poseedora. Pero también de su gusto. Ya saben, dinero y estética no siempre van de la mano. Ahora con esta exposición viajera conoceremos un poco más de un zapatero que abrió, en 1972, su primera tienda en Londres, a la que llamó Zapata. Y claro, armó la revolución.