El escritor británico, nacido en Bombay, Rudyard Kipling, decía que hay dos clases de personas: las que viajan y las que se quedan mirando la vida desde la ventana. Claro que en la actualidad las opciones se amplían y las hay incluso que emprenden el vuelo bien pertrechadas con un conjunto de maletas de Louis Vuitton, o al menos un bolso de viaje. Otras se conforman, tampoco hay que ser tan codiciosos, con contemplarlas.
Si usted forma parte, como yo, de este último grupo, está de enhorabuena porque hasta el 21 de febrero, en el Grand Palais de París, se exhibe la exposición «Volez, voguez, voyagez», (vuela, navega, viaja) un recorrido por los CLXX años de Louis Vuitton. Pero, vamos por partes: ¿quién era Louis Vuitton? Pues así, sin rodeos, un fabricante francés de baúles de cuero, desde que tenía dieciséis años.
Un fabricante y empresario precoz, apasionado de su oficio, que le hacía ir probando material tras material hasta dar en la diana. O sea, un profesional cuya labor ha trascendido en el tiempo. Louis Vuitton, hoy propiedad de LVMH, contaba en su bagaje con ser el proveedor de maletas y equipaje de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
La exposición, cuyo comisario es Olivier Saillard, director del Museo Galliera, tiene como objetivo entender el pasado de la firma y prepararnos para su futuro más inmediato, que pasa por ir asociado a la tecnología, de la mano de su actual director creativo, Nicolas Ghesquière. “Louis Vuitton siempre ha ido a la vanguardia de la creación», ha dicho el presidente y CEO de la compañía, Michel Burke.
La muestra, cuya entrada es gratuita, pero es recomendable reservar la visita, es un recorrido temático a través de nueve capítulos. Se inicia con el baúl, como estrella absoluta de una firma en la que todo gira en torno al viaje, a la moda y al cosmopolitismo de los dandis del pasado. Un diseño que se anticipó a la leyenda de una Casa marcada por el lujo.
En la exposición también se exhiben objetos y documentos del patrimonio de Louis Vuitton, además de una selección de piezas cedidas por el Palais Galliera, el museo de la moda de la Villa de París. La historia se cierra con una sección dedicada a la artesanía, el llamado lujo del siglo XXI, que los franceses han sabido preservar con inteligencia y orgullo de país.
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