Hay veces en que tienes que parar el tiempo para que el tiempo cuente. El tiempo siempre cuenta, es cierto, pero también es un lujo poderlo vestir a nuestro aire. Vestirlo de emociones, de grandes y pequeños momentos de nuestra biografía. Pero también vestirlo de historia. «Vistiendo el tiempo» es una exposición que se exhibe en el Museo del Traje de Madrid, donde Tissot nos confirma que la relojería y la moda han seguido caminos paralelos.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 24 de enero próximo y que es gratuita, nos confirma varias cosas. La primera, que quien quiere puede. La segunda y principal que el Museo del Traje se mueve, está activo. Al menos esa es la sensación que tenemos los visitantes de provincias. Aquí, en Sevilla, el Museo de Artes y Costumbres Populares podría echarle valor y lanzarse al ruedo con alguna exposición de las que cautivan.
Montarla y difundirla, que ese es otro cantar. Hay quien se cree que el público se informa por ciencia infusa. Por ciencia infusa, no, por internet, me he enterado que «Vistiendo el tiempo» trata de explicar al visitante cómo los relojes, en este caso de la marca Tissot, y la moda (tanto monta monta tanto) reflejan los cambios sociales y antropológicos que se han sucedido desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días.
Los complementos tienen vida propia y autoridad en las tendencias desde el principio de los tiempos. No piensen que esto surgió hace un rato, cuando nos creíamos ricos y poderosos y nos comprábamos lo último que salía al mercado. La muestra parte de esa etapa, porque los relojes suizos Tissot datan de 1853, y su recorrido llega hasta este año, cuando se lanza el reloj T-Race que la Casa ha creado expresamente para su embajador ( o imagen, como se decía antes) Tito Rabat, campeón del mundo de Moto2.
En la exposición se hace un recorrido por los últimos 160 años de la historia de Tissot y de la moda, reflejado en veintinueve relojes y otros tantos indumentos, todos pertenecientes a los fondos del Museo del Traje de Madrid. Así podemos ver un chaleco de piel y vestidos de señora de crinolina, porque lo normal en aquella época en que echó a andar esta marca relojera era que los relojes fueran de bolsillo para el caballero, y en forma de colgante para la dama.
Es verdad que la mayoría de los trajes de la muestra son femeninos, porque aunque el hombre fue el precursor de la moda, la Revolución Francesa frenó su avance y dejó el traje masculino varado en su sobriedad. Se pueden ver diseños de Balenciaga, Dior, Chanel, Rabanne o el vestido Delphos de Fortuny, que Chaplin adquirió para su mujer y que es la primera vez que se exhibe en una exposición. Además hay un vestido de Sybilla, Premio Nacional de Moda 2015. Anda, coge un AVE y no te la pierdas. Que el tiempo vuela.