Borrón y cuenta nueva. Ese es el mantra que guía a Jonathan W. Anderson, el diseñador fichado por Loewe en 2013. Pero ¿hay cuenta nueva? ¿Avanza la firma? Descollar no descuella, pero borrones hay tantos como para sacar de madre aquel aserto tan benévolo que decía: el mejor escribano echa un borrón. Loewe acaba de presentar su colección otoño-invierno 2019 en la Maison de L’ Unesco en París y a las imágenes me remito. Jonathan W. Anderson dijo que quería llevar a Loewe a la primera línea del lujo mundial y yo creo que la está conduciendo a la retaguardia.
Evidentemente, Anderson es diseñador de moda y yo sólo una periodista de provincias que lleva muchos años escribiendo, viendo y tocando colecciones. No obstante, estas tres imágenes hablan de unas prendas ñoñas y bastante alejadas de esa pretendida modernidad con la que iba a zarandear la firma señera del lujo español. Esta colección dista mucho de la que presentó para la primavera-verano 2016, donde Anderson quiso crear un diálogo entre el plástico y la piel. El diálogo, como se imaginan, fue de sordos.
O sea, que este joven diseñador está dando palos de ciego a ver si en alguno atina en el blanco. ¿Se merece esa desmedrada filosofía una firma de lujo? ¿A quién le interesa que Anderson siga en su puesto de trabajo ? Loewe dejó de ser una empresa familiar para ser absorbida por el grupo LVMH, un imperio liderado por Bernard Arnault y del que la firma es un ingrediente más del jugoso pastel. Pero un ingrediente bastante insípido. El cambio de dueños fue precisamente en 1996, el año en que se cumplía el CL aniversario de la fundación de Loewe en Madrid. ¿Habrá novedades o seguiremos emborronando una larga y digna trayectoria?