Sí, quiero, con Paloma Cerezal

«Mi padre me ofreció toda su ayuda y experiencia. Me hizo aprender el oficio como se lo hicieron aprender a él: desde el taller al trato con las clientas en el probador. No tengo palabras para agradecer todo lo que me ha enseñado, porque no creo que hubiera llegado donde estoy sin su apoyo. Es fundamental interpretar la idea que cada clienta lleva dentro y sobretodo saber que una prenda es importante hasta la última puntada, porque eso va a ser nuestro escaparate y nuestra publicidad en la calle».

Dice que siempre intenta innovar, que le encanta lanzar nuevas ideas, «pero hay muchas clientas que no se atreven con ellas. No obstante, siempre he tenido presente que la buena confección es el alma de una prenda». Quizás por eso son muchas las niñas, como ella las llama, que la eligen para que sea la autora del traje más importante de sus vidas. «Cada traje es un mundo», suele decir Paloma Cerezal, a la que se puede seguir en Facebook. «Un mundo, pero nunca debe caer en el disfraz».

«Es verdad que ahora todas quieren ir con vestidos de más movimiento, más juveniles y desenfadados. Pero lo más importante es que la novia se sienta segura y para eso debe ser libre a la hora de escoger la hechura, porque a veces hay interferencias entre el gusto de la madre y el de la verdadera protagonista. El objetivo es ser ellas mismas en una fecha tan señalada. Es verdad que las niñas son cada vez más atrevidas no sólo con los diseños, sino con los peinados y sobretodo con la forma de ponerse la mantilla, un complemento que sigue en alza, aunque el tul está volviendo con fuerza».

«En los adornos continúan llevándose los encajes antiguos y las pinceladas en cobre o plata en cinturones, broches o cintas. Piezas que normalmente se compran en anticuarios  si no se dispone de joyas familiares para prenderlas en los cortes debajo del pecho o en los recogidos de las mantillas. Los pendientes estilo años veinte se han puesto de moda, aunque siempre están los brillantes de la familia». Pero a su taller no sólo acuden novias deseosas de casarse con el sello Paloma Cerezal, sino madrinas. «Mi intención es que no parezcan las típicas madrinas que se echan años encima, sino que sus aspectos sean juveniles».