Reflexiones. El negocio de las falsificaciones

por Clara Guzmán

 

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No me gustan las flores artificiales. Son una mala copia de las naturales, de las que brotan, crecen y se marchitan. ¿Por qué engañarme comprando una orquídea de plástico que nunca suplirá a la auténtica por mucho que la imitación sea de premio? Nunca he entendido, sinceramente, a quien se compra un bolso de Loewe con un burdo logotipo que no acaba de enmascarar sus orígenes. Quien dice de Loewe, dice de Dior o de Chanel. Es cierto que hay falsificaciones muy logradas, por un precio a veces disparatado tratándose de un producto de imitación. La obsesión de muchos consumidores por las marcas ha puesto en peligro una industria que gasta cantidades ingentes de dinero para atajar esta lacra, que lleva aparejada otra serie de perjuicios, incluso los que atañen a la condición humana.

 

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Madeleine Vionnet, una modista coetánea de Chanel, que tuvo su esplendor a partir de los años veinte del siglo pasado, estaba obsesionada con las copias. Su obsesión la llevó a tomar fotos de sus modelos con un número de referencia, además de dejar su huella impresa en la etiqueta de cada vestido. Vionnet se adelantó a estos tiempos en los que, solamente en España, el 7,1% de los artículos falsificados corresponde a la industria textil; el 4,4% al calzado y el 4,2 a la marroquinería. Nuestros diseñadores ya están curtidos en esta batalla desigual por evitar que sus prendas, sus accesorios o sus zapatos se multipliquen con una pésima  calidad y sean vendidos como rosquillas, sabiendo el consumidor que no han salido de sus cuarteles generales, sino de oscuros entramados, enriquecidos a costa de explotar a quienes fabrican a un ritmo inhumano réplicas de colecciones, y, por ende, a quienes las venden por las calles en puestos de quita y pon.

 

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¿Hasta qué punto el consumidor es cómplice de este estropicio económico  e intelectual a los diseñadores, a los creadores, a las grandes marcas e incluso a las medianas, además de, por ese efecto dominó tan temido, al pequeño comercio de cada ciudad donde proliferan como hongos los vendedores de falsa mercancía? Es evidente que estamos en una encrucijada. El consumidor alega que también tiene derecho a soñar llevando un chanel de pacotilla porque no puede acceder a uno real. Pero no se para a pensar en el daño material que infringe a una industria que tiene que invertir una parte importante de su capital en atajar este cáncer del sector. Ni tampoco que esta mercancía procede de una mano de obra en régimen de casi esclavitud. El delito del siglo XXI le llaman a esta extorsión al gran negocio del nuevo milenio, la moda.

 

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Esta reflexión viene a cuento porque el Museo Cristóbal Balenciaga de Guetaria va a tratar sobre este asunto en el International Fashion Code Event, que se celebrará  en sus instalaciones el próximo 15 de junio. Se trata de una jornada en la que diseñadores, abogados y empresarios podrán compartir experiencias e intercambiar impresiones sobre el momento actual que viven las falsificaciones y copias en la moda. Los participantes analizarán la realidad en torno a la moda desde una doble perspectiva jurídica, la de la propiedad industrial y la de la propiedad intelectual, ilustrándolo con ejemplos, doctrina y jurisprudencia relevante. Con este encuentro se pretende que todos, cada uno desde su respectiva atalaya, no miremos hacia otro lado cuando el problema lo tenemos delante. O sea, que dejemos de ser falsos.

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9 comentarios

Pepa Garrido 27 mayo 2013 - 12:03

Estamos rodeados, de verdad, sobre todo es gente joven la que copia, no se supone que ellos son quienes tienen que crear…
Se dedican a copiar y hasta copian los blogs como este que se nota que es profesional y tiene un público intelectual, no se dan cuenta de que la policía no es tonta y se les ve el plumero. Me encanto el artículo y la crítica también.

Carmen 26 mayo 2013 - 13:09

Yo no escribo tan bien como estos señores, pero quiero agradecer a Clara Guzmán por estos temas tan interesantes que nos escribe en su blog. A ella también la copian pero yo creo que los que copian son unos pobres de espíritu, nunca podran estar a la altura del original. Gracias.

fabiola garcía -Liñán 26 mayo 2013 - 13:00

Un bonito día de domingo en el que me ha ido llegando por todas partes la misma idea: apenas nos quedan cosas verdaderamente originales y cuando las hay, por ejemplo el caso de la literatura o la música, podemos adquirirla si pagar un euro a el autor de la maravilla que tanto nos gusta. Podéis leer el especial cultural de ABC de ayer ¿De qué va a vivir el artista si su obra se puede conseguir gratis o puede ser copiada por cualquiera que la vende a precios irreales?¿Podrá seguir siendo artista? ¿Tendrá que dedicarse a otra cosa? ¿Qué sería del mundo sin los creadores originales? ¡Qué aburrimiento!¡Dios no permita esto! Muchas grandes empresas quebrarían por que venderían vulgaridad. Yo confío en que esto cambie y en que si no cambia, los artistas perduren, sigan trabajando a cambio de poco o de nada, esa es la esencia de los artistas, lo son visceralmente, sin remedio.

Vicente 26 mayo 2013 - 12:51

Este blog me encanta porque incita a la gente a comentar y a sacar lo mejor de ellos. Es el caso de Juan Garramiola. Es un máquina, qué barbaridad la de cosas que ha escrito y todas tan verdades como puños. Yo es que soy seguidor de este blog porque me aporta mucho.

conchita 26 mayo 2013 - 12:34

Al principio, cuando surgió el boom de los top mantas muchos pensamos que el negocio de las falsificaciones era efímero y que cambiaría, que al final la gente abandonaría esas tendencias, pero se ve que no, se ve que ese negocio es cada vez mayor…

Juan 26 mayo 2013 - 12:18

No puedo estar más de acuerdo con Juan Garramiola, el copiado, no solo en el mundo de la moda, sino en cualquier actividad creadora, es un parasitismo que puede acabar con las ganas y la capacidad de crear. Es mucho más difícil ser original. Garramiola da toda una serie de ejemplos que son auténticas denuncias de esta situación. Extraña, sin embargo, que nadie tome medidas para atajar el problema y esto es particularmente grave en nuestro país, señalado por organismos internacionales por nuestra permisividad en lo que concierne a imitaciones y copias ilegales. ¿Por qué el consumidor acepta a sabiendas prendas de imitación? No es fácil hacer psicología social, pero pienso que el infantilismo imperante tiene mucho que ver, aquello que resumía tan bien aquel famosísimo grupo argentino en una de sus geniales creaciones: «Lo queremos gratis, cueste lo que cueste»

Abelardo 26 mayo 2013 - 12:00

Hola domingueros, Este blog tan interesante y los comentarios la leche, Vaya el de Juan Garramiola ole y ole.

Juan Garramiola 26 mayo 2013 - 0:58

Las fasificaciones y las imitaciones en nuestro pais estan mas que permitidas, de hecho muchos Ayuntamientos las apoyan, si las apoyan, vayan a cualquier mercaillo y lo veran, en Sevilla sin ir mas lejos, las pueden ver en la misma calle Tetuan (el principio de la calle no esta a mas de 50m de la puerta del Ayuntamiento),o a las puertas del Corte Ingles de Nervion o al Centro Comercial Nervion Plaza, acerquesen a Isla Antilla (en el paseo Maritimo)o vayan a Fuengirola…… asi podria seguir nombrando uno por uno a todos los Ayuntamientos de España, si, esos que despues nos hacen las famosas inspecciones y que nos ponen tantas pegas para dar una licencia de apertura a los empresarios, o nuestros amigos de la S.S que nos mandan las inspecciones de trabajo,los agachaitos de C/Tetuan no tienen ese problema, ni los vendedores de los mercaillos (antes se le decia Piojito,si piojito de Pija, de cuando un Pija era uno o una que aparentaba tener dinero y estaba mas tieso que una mojama o no tenia dinero para usar marcas y las compraba falsas) tampoco, y los grandes culpables, los que consumen falsificaciones, esos tampoco tienen problemas, si los que alegan que tienen derecho a soñar que llevan un Channel, llevando uno de mentira, a eso yo le llamo engañarse solos, igual que hacen esas firmas que imitan y copian a otras marcas, tambien se engañan solas, por que a los clientes no los engañan, los clientes se engañan solos al comprar estas firmas, por que no pueden comprar la verdadera y si no pregunten a Spagnolo, Time of Bochas, Vale 4, Bochas, La Española, estas firmas (por llamarlas de alguna manera) son unos meros imitadores de Horse Time, son firmas que no tienen equipo de diseño (con la de diseñadores que hay parados),esperan a ver la coleccion de Horse Time, Hacket o La Martina (pero sobre todo Horse Time) de un año, para ellos sacarlo al siguiente, por que eso tambien es falsificar, aunque en España este permitido, ya que con que le cambie al diseño una cosa, ya vale. Hay un vacio legal muy importante, tan importante que estas firmas que he nombrado viven de eso, una cosa es seguir una tendencia y otra muy distinta copiar un modelo, el ejemplo mas claro de como se gana dinero con las copias es Zara, si Señoras y Señores, tienen un verdadero equipo de personas dedicadas a estos menesteres, ejemplo en el mundo de magnifica empresa, pero magnifico ejemplo de como se hace moda sin tener que pensar en crearla, ya que para eso estan las camaras de fotos, ¿No me creen?, pregunten a Carolina Herrera, Tommy, Ralph Laurent…..
En fin los que compran falsificaciones les hacen flaco favor a la industria de la moda, ya que cada vez que esta comprando una prenda falsa esta dejando sin vender una original y eso repercute en la empresa que tiene que pagar Local, la luz, Licencia de apertura, impuestos, S.S, Diseñador, Patronista, Cortador, Costureras, maquinas de coser, de cortar, de planchar, embalaje, Agencia de Transportes. Todo esto que he nombrado son puestos de trabajo directos que se pierden, gracias a las copias e imitaciones. Eso es lo que nos cuesta el sueño de mucha gente, por que dicen que como no puede comprar el original, sueñan llevando la copia, lo que para ellos es un sueño, para muchas personas como yo es nuestra peor pesadilla.

FATIMA 25 mayo 2013 - 22:07

Es verdad lo del precio de las copias. Me resulta increible que puedan comprar la gente falsificaciones de bolsos por 90 euros.Se que hay copias de bolsos de Chanel, y lo podría comprar, pero sueño con poder algún día comprar el 2.55 de Chanel. Se que no me sería muy útil, la verdad, pero esa emoción de tener en mis manos ese puro Chanel es emocionante. He estado «cerca» de mujeres que llevaban originales y he sentido una «envidia sana». El tener un bolso o una prenda original, es poder sentir y disfrutar la emoción de llevar «una obra de arte». Es lo mismo que tener colgado en casa una reprodución de un cuadro de Murillo. LA copia y el original del cuadro representan lo mismo, pero la sensación que produce el cuadro original no es la misma que la copia.

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