Giorgio Armani ya tiene una edad. Bueno, una edad oficial provecta, pero una edad muy juvenil de espíritu. Este verano cumplirá 83 y dice que no se retira, que va a seguir dando guerra hasta que el cuerpo aguante. Y el cuerpo viene aguantando desde hace muchas décadas, cuando cambiara la bata blanca de médico, profesión que estudió por imposición paterna, por un modesto trabajo en la cadena de grandes almacenes La Rinascente.
Cuenta Armani que fue allí donde empezó a aprender algo sobre los tejidos y sobre la importancia de las relaciones con el público.»Una cosa es diseñar ropa y otra recorrer las tiendas contemplando la reacción de la gente ante las prendas». El trato con los clientes, ese ritual tan necesario del que siempre hablan los grandes, como nuestro Tony Benítez, porque saben que en las distancias cortas es donde se la juegan.
“Nadie debe vivir prisionero en su ropa. Lo importante es que uno se encuentre a gusto consigo mismo. No se esfuerce en aparecer distinta – le dijo en una ocasión a la periodista Carmen Rigalt– porque entonces lo estropeará todo”. Armani siempre ha hecho hincapié en que su mayor logro ha consistido en «haber podido expresar una visión personal del estilo y la moda, que es una cuestión de carácter más que de ropa».
«Un concepto que sigo desarrollando caracterizado por un fuerte sentido de la individualidad e igualdad de género». Giorgio Armani, Gió para sus amigos y para una de sus esencias, ha confesado recientemente que de volver a nacer sería arquitecto. «Me encanta observar la realidad y trabajar con pasión y coherencia, teniendo siempre bien claros los objetivos». Su visión de la crisis mundial también la tiene clara.
«La crisis mundial ha afectado a la moda profundamente porque ha llevado el miedo al vendedor, al proveedor y hasta al consumidor. El vendedor tiene miedo de comprar porque no sabe si venderá y el consumidor, si tiene dinero, también tiene miedo de comprar. Esto ocurre a todos los niveles sociales, del más bajo al más alto, porque nadie sabe lo que va a suceder mañana y esto ha hecho que se pare toda la cadena del comercio».
Armani cree que más que una crisis económica es miedo o incertidumbre. Su sinceridad también se demuestra al afirmar que se acabó el momento del disfraz, «de toda esa moda inútil que se ha hecho estos últimos años. Volverá a ser una moda que hará más elegantes y consecuentes a las mujeres y buscará lo más apropiado a su físico». Ya saben, palabra de Armani y Armani sabe lo que dice. Lo avalan más de 40 años de experiencia.