Si lo suyo son los bolsos y los bolsos de Loewe, está de enhorabuena. El modelo Flamenco amplía su colorido y «voilá» sus nuevos tonos: rojo primario, azul piedra, que debe ser un color que le chifla al nuevo diseñador de la Casa, un tal Jonathan; rosa suave, marrón arce, violeta y verde caqui. A servidora el que de verdad le gusta es el Flamenco en piel de cocodrilo. Soñar es gratis, aún no tiene IVA, que todo se andará visto lo visto. El bolso Flamenco, inspirado en las faldas de volantes (faralaes para los no andaluces) de las bailaoras, tiene la friolera de treinta años. No, no es un bolso reciente, tiene su trayectoria.
Ya saben que los directores creativos de las Casas de campanillas son como los políticos. Cuando llegan al poder hacen tabla rasa de la etapa de su predecesor y se ponen a reestructurar todo como si en ello les fuera la vida o el sueldo. Vaya usted a saber. Bueno, pues en el año 2011 y siendo director creativo de Loewe Stuart Vevers, vio el bolso en los archivos de Loewe y dijo, más o menos, esta es la mía. Es decir, le dio un lavado de cara y sobre todo le subió los colores. Le puso una correa nueva y unas borlas enormes y el bolso salió a la calle en rosa chicle, rojo chillón, fucsia, remolacha, verde manzana.
Pero la ostentación y la desmesura de los ochenta ya no se estilan. Ahora, en el 2000 no sabemos muy bien a qué carta quedarnos, porque todo es un continuo mirar al pasado, con una pincelada allí y otra allá para disimular, pero con muy poca innovación. Es verdad que el Flamenco de Vevers no es el modelo actual, los flecos se cambiaron por una terminación en nudos enrollados, que lo simplifican, pero que lo hacen más parecido a otros bolsos de distintas marcas. O sea. Flamenco está realizado en la maravillosa napa de Loewe y tiene una correa de uso opcional que permite llevarlo al hombro o cruzado. Y a lo lejos se le ve la marca de la Casa. Eso sí.