¿Qué esperamos de un libro cuando nos enfrascamos en su lectura? ¿Que nos entretenga, que nos informe, que nos haga reflexionar o todo a la vez y más, mucho más? Acabo de releerme Agatha Ruiz de la Prada, escrito por la periodista Dolors Massot, editado por Eunsa (Ediciones Universidad de Navarra S.A.) y he apreciado aspectos que en la primera lectura me habían pasado inadvertidos o tal vez entonces mis intereses eran otros. Es un libro periodístico, donde pasamos de la entrevista al reportaje en un estilo muy «al antiguo oficio»; o sea, clásico; es decir aquello que no se puede hacer mejor, según el torero Rafael el Gallo. Conocemos a la persona detrás del personaje, incluso en sus momentos más delicados; sí, aquellos en que fue protagonista colateral de un asunto escabroso «made in Spain». Para los ajenos a todo, la exposición pública de un vídeo íntimo de su pareja, el periodista Pedro J. Ramírez. Conocemos la austeridad de Agatha, XII marquesa de Castelldosríus, Grande de España y baronesa de Santa Pau, y las horas que le echa a su profesión, puesta en la picota por críticos de moda e incluso por compañeros de oficio.
En las páginas de esta obra de obligada lectura para quien quiera estar al tanto de la moda y de sus entresijos, se nos presenta la trayectoria de esta diseñadora constante y contumaz en sus ideas. El estallido de color, que es una de las señas de identidad de Agatha Ruiz de la Prada, sirve de excusa a la autora para ponernos al tanto de las distintas teorías que sobre el color han esgrimido pintores, escritores y creadores de moda. La colorista Agatha asegura que no tardará el día en que los médicos recomienden a sus pacientes vestir de colores para combatir la depresión. Es verdad que la diseñadora ha levantado su emporio apoyándose en el trípode originalidad, trabajo y contactos. Agatha es su propia marca y es tan inherente a ella que ya su equipo se empieza a preguntar ¿después de Agatha, qué? Porque esta diseñadora nacida en Madrid, en 1960, pero de familia materna oriunda de Barcelona, causa filias y fobias. No pasa inadvertida. Dijo no se quién, porque es una frase que tiene tantos padres que mejor no citar a ninguno, que hablen de uno aunque sea mal. De Agatha se habla en este libro, pero también de marcas, de moda, de empresa, de franquicias y de todo ese entramado que permite que no se detenga el flujo creativo del diseñador. Se lee en dos mañanas de playa o piscina (eso sí, sin niños, sin pareja ni adyacentes) y está tan bien escrito que sus efectos duran más de una temporada.