Ikea y la moda

La verdad  es que estamos necesitados de iniciativas entretenidas y productivas que nos hagan olvidar por un rato el gris acerado que preside el catálogo de este tiempo. La Ikea Passion Week ha sido una de ellas. En el centro de Sevilla y dentro de la semana del textil, se dio la oportunidad de mostrar su derroche de creatividad a dieciséis alumnos de la Escuela Sevilla de Moda. Su incansable director, Francisco Valderrama, y su equipo hacen suya esa frase que circula por las redes sociales -actuales notarios de la realidad-, de que la adversidad no es una excusa para el que se propone una empresa. Ana Moraza fue la ganadora de este I Certamen Ikea de Moda de inspiración flamenca para diseñadores noveles con un original vestido, para el que utilizó las telas Emmie  rand  rosa y Rosmarie gris/blanco, además de inspirarse en los abanicos. La creadora de trajes de flamenca, Pilar Vera, presidenta del jurado, fue la encargada de darle el premio, consistente en un dinerito curioso (en estos tiempos) para invertir en la firma sueca.

Lo pasamos bien en este homenaje al textil y a la ilusión y la creatividad de unos jóvenes que luchan por hacerse sitio en el mundo de la moda, que a veces les parece inalcanzable. Hubo prendas muy originales, imponibles la mayoría, pero estábamos en el espectáculo de una pasarela y poniendo a prueba el cómo se las maravillaría un aspirante a diseñador con un tejido de Ikea para crear un diseño. Vimos vestidos a los que las socorridas y asequibles lámparas blancas de esta firma hacían de mangas, y otro en que los lápices de madera que te regalan cuando entras en esta especie de parque temático para el hogar  formaban tirantes, que asemejaban las vías de un ferrocarril.

Sólo hubo una ganadora, alumna del segundo curso de la Escuela Sevilla de Moda, pero todos se merecieron un premio por la aplicación que pusieron en el empeño. Claro que premiados también deberían haber sido los empleados de Ikea, que en la segunda parte de esta peculiar pasarela le echaron humor y simpatía a su exhibición de lo último en telas y en mobiliario para la casa. Sábanas como capas o como improvisados chales o faldas iban desfilando sus atrevidos y chispeantes estampados, al ritmo de la música. Con un aplomo digno de modelos consagrados, sacaban a escena sofás, butacas, alfombras, cojines…hasta componer un espacio acogedor para este otoño. Luego dieron champán y un tentempié, que fue visto y no visto. Lo mejor de todo, la lección de que con poco se puede hacer mucho, si hay buena disposición.