Dicen los estudios de mercado, las estadísticas y el marketing, que todo junto vienen a significar las tendencias a la que se acoge el personal en cada momento, que nos hemos vuelto caseros. Caseros por necesidades del guión. Y que como no hay quien salga a la calle con la que está cayendo (frío invernal, que es lo suyo, y frío en las carteras, que, bueno, para qué nos vamos a poner pesados) pues hemos vuelto al hogar. A ese hogar confortable, acogedor, donde no falte un perejil. Así que los decoradores se han puesto a trabajar para facilitarnos la tarea de acondicionar la casa en tiempos revueltos. Ikea ha lanzado su nueva colección Trahus de edición limitada, para empezar a distinguirse.
Sí, porque la cadena sueca ya ha comenzado a satisfacer a ese consumidor que se niega a que su casa sea clónica de la del vecino, de la del amigo e incluso de la de su ex. Es esa necesidad de distinguirse que aflora en todo el mundo cuando la crisis te hace sentirse más borrego que nunca por imperativo económico. Así que Ikea ya cuenta con ediciones limitadas capaces de romper con la tónica de igualarnos a todos en la intimidad del hogar. Ya no sólo se puede recurrir a «tunear» la consola o la estantería para evitar la uniformidad de las casas, sino que desde el lanzamiento de las ediciones limitadas es posible distinguirse comprando en Ikea.
La edición Trahus está inspirada en las casas de montaña, que es lo más parecido a la idea que todos tenemos cuando nos imaginamos una casa acogedora en pleno enero, donde no puede faltar la chimenea. Real o imaginaria, pero es un elemento asociado al más crudo invierno. La edición cuenta con fundas nórdicas, mantas, alfombras, cojines, láminas. Los estampados son de ciervos y las mantas de pelo largo son tanto para las camas como para acurrucarse en el sofá; las alfombras, de piel de cordero. Ikea se ha vuelto casera y con este plantel, ¿quién sale a la calle con el frío que hace?.