Cristina Vázquez, en El Gabinete de las Maravillas

Si la vida de Cristina Vázquez ha estado ligada al arte, desde hace cuatro años camina también de la mano de Internet. A través de este pozo sin fondo abierto al mundo ha puesto en marcha todos sus proyectos de moda, bajo el epígrafe “El Gabinete de las Maravillas”. Ahora y como recompensa al trabajo bien hecho, participará, del 18 al 23 de este mes, en el Showroom de Ego en Cibeles Madrid Fashion Week.

Antes de empezar, Cristina Vázquez aclara al auditorio que el nombre de su marca, “El Gabinete de las Maravillas” no es un alarde egocéntrico. “Los gabinetes de las maravillas o de las curiosidades fueron los precursores de los nuevos museos, sitios donde se almacenaban y se exponían piezas raras. Hay un libro muy interesante de Alfonso Mateo Sagasta sobre este asunto, que recomiendo. A mí siempre me ha gustado la Museología o Museografía. Soy licenciada en Bellas Artes, en la especialidad de restauración de obras de arte. He trabajado en el Museo de Artes y Costumbres Populares, en el de Bellas Artes, en el de Patrimonio y en el Museo Mundo Marino de Matalascañas, un edificio de Cruz Ortiz precioso pero bastante desconocido para el gran público”.

Cristina Vázquez empezó haciendo tocados hace cuatro años por algo así como “solidaridad estética”. “Vivo en el centro cerca de un parking, por donde desfilaban un sinfín de invitadas a bodas con las cabezas totalmente disfrazadas. En una tarde me hice diez tocados, sus correspondientes fotos, un vídeo en youtube, una web y el mailing, que mandé a los medios de comunicación. Enseguida tuvo repercusión y así empezó mi carrera como diseñadora”.

Trueque en época de crisis

Como diseñadora pero también como internauta, porque, como muy bien dice Cristina Vázquez “desde mi casa muevo el mundo. Es lo que tiene Internet, y si además le echas ganas, ilusión y crees en tu trabajo, triunfas. De todas formas, en época de crisis funciona el trueque: tú me haces la web, yo te hago el diseño; yo te ofrezco, ¿tú qué ofreces…? Además, hago portadas e ilustraciones para libros y diseño gráfico”.

Cristina, que es una enamorada del creador de sombreros Philip Treacy, dice que en sus modelos quiere evitar esa saturación de plumas y rafias que ha tenido este complemento en los últimos tiempos. “Mis motivos están basados en la naturaleza: mariposas, pájaros, libélulas y algunos son ilustraciones en seda. Para las diademas, que tienen más demanda, utilizo cuentas de cristal y de metal. En Sevilla, que es una ciudad muy clásica, sólo vendo el 10% de mi producción, cuando mis diseños se los puede poner cualquiera que quiera sentirse diferente y guapa, porque un tocado levanta un traje. Los míos se venden en Sevilla en la tienda Doce, de Gloria Navarro, en Virgen de Regla, 14 y en La Importadora, un local precioso de Pérez Galdós, 10. También los tienen en Piamonte, en Madrid y Barcelona, y en Madrid en Vallmai, Biscuit y Miss Abalorios”.

Esta diseñadora nacida en Cáceres y residente en Encinasola (Huelva) hasta que llegó a Sevilla como estudiante, dice que el éxito radica en hacer algo mejor que alguien. “A mí se me ocurren cosas y si sé que puedo producirlas, las hago”.

Faldas de copla

Ahora se le ha ocurrido empezar a hacer ropa, que vende a través de su web el gabinete de las maravillas “Son vestidos de punto de algodón, muy cómodos, para la primavera-verano, con apliques de flores, pero que no tienen nada que ver con los de Agatha. A partir de ahora quiero incluir aplicaciones en piel, gracias a que mi hermana Anabel, que ha escrito el libro “Marketing de la moda”, en la editorial Pirámide, es una entendida en este sector, ya que trabajó con Loewe. Luego también he hecho unas faldas de algodón blanco con leyendas de coplas. Los textos están impresos digitalmente en algodón y son fragmentos de coplas poco conocidas. Las faldas llevan una cinturilla y un vivo en el bajo en color negro.

También estoy enredada con una línea para niñas. Hago el sondeo por Internet, porque hoy en día desde tu casa mueves el mundo. Mi intención en todas mis creaciones es darles una aire atemporal, y que sirva para todas las estaciones, porque creo firmemente en que la moda es eterna y las modas, pasajeras”.

Dice que le gusta el color y que en Sevilla todo es gris o negro. “Vamos todas vestidas de Zara y cuando alguien ve una propuesta diferente te la quita de las manos. Me pasó en el Puente de la Inmaculada. Los cinco vestidos que dejé en La Importadora se vendieron”.

Lo único que echa en falta Cristina es liquidez para poder producir sus diseños. “Me encantaría tener una tienda en Nueva York y que mi ropa la llevara todo el mundo. En estos momentos mi mayor lujo es tener tiempo, pero me gustaría disponer de dinero para viajar y poder inspirarme. El otro día, en el programa “Españoles por el mundo” salió Guatemala y sus telas multicolores me dejaron con las ganas de visitar este lugar y empaparme de su cultura popular, porque una de mis asignaturas pendientes es diseñarme mis propios estampados”.

Con la trayectoria de esta inquieta mujer, a la vuelta de la esquina internauta ya la tendremos compitiendo con las mejores firmas de tejidos. Sólo tiene que echarle ganas e ilusión y de esos ingredientes vitales tiene de sobra.