«Los diamantes son los mejores amigos de una chica», que cantaba Marilyn Monroe. Ya saben, esas cosas que siempre se han dicho para que la mujer pase a la posteridad como una materialista irredenta. Sí, me gustan los diamantes, pero también una rosa o una orquídea y un bolso. Porque los bolsos son nuestros amigos íntimos; esos a los que les confiamos todos nuestros secretos. Uno detrás de otro. Tienen que tener buen interior y si el exterior acompaña, ya sube puntos.
Dior acaba de presentar su nueva campaña de bolsos protagonizada por la embajadora de la firma, Jennifer Lawrence. Son bolsos pequeños o medianos. De esa medida en la que apenas caben las bailarinas, ese calzado cómodo que en los últimos tiempos se lleva para cuando el taconazo te impide seguir dando pasos. No, son más recoletos; más para guardar lo imprescindible y a veces algún imprescindible se queda fuera.
Jennifer Lawrence, la actriz protagonista de la saga «Los juegos del hambre», luce las prendas diseñadas por el actual director creativo de Dior, Raf Simons, para este otoño-invierno, con los bolsos en primer plano. Accesorio que en los últimos tiempos ha adquirido un protagonismo, que no sólo se hace visible en esta nueva campaña de publicidad y en el corto que se ha realizado, sino en la vida cotidiana. Ahora el bolso es como la enseña de su propietaria.
El marchamo que habla de quién es, a qué dedica el tiempo libre y en qué lugar se enamoró de él: del bolso, claro. Fotografiada por David Sims, Jennifer Lawrence nos presenta el bolso Be Dior con solapa, de silueta moderna, flexible y estructurada, disponible en varios tipos de piel, monocromático o multicolor. Se puede llevar colgado del hombro, en bandolera o cogido del asa y con las correas envolviendo la muñeca. Hay quien lo hace para que no tintineen demasiado los «charms» que forman las letras del logo Dior.
Luego está el Diorissimo en tweed metalizado, plagado de escudos e insignias bordadas, con un aire muy británico, no sé si porque el «tweed» es un tejido de lana escocés muy resistente. Pero luego tenemos el mismo modelo en ayers, serpiente de agua, y en rojo, que es la quintaesencia de la sofisticación de la Casa Dior. Su interior esta pintado en rojo, el color de la pasión y el que suelen usar las políticas para dar consistencia a su discurso, y lleva adornos plateados. ¿Quién se lo echa de amigo?