DANIEL CARRASCO: «EL DESFILE DE DIOR NO VA A TENER REPERCUSIÓN EN LA MODA DE SEVILLA»

por Clara Guzmán
Foto: ©Alicia Nieto Velázquez @alicianieto70and7phot

Lleva treinta y siete años en la moda, donde empezó poco a poco y desde la base, como entonces solía ser lo habitual. Le gusta recordarlo, así como su mili, de la que no reniega, al contrario, dice que hacerla vendría bien a unos cuantos. Daniel Carrasco es un lince y un pionero en la mezcla de colores considerados imposibles. Le hubiera gustado inventar el lino engomado, porque le encanta experimentar con los tejidos y no es triunfalista respecto del desfile de Dior en la Plaza de España. «Fue una inversión, pero ya está. En la moda de Sevilla no va a tener repercusión».

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Estaba estudiando Decoración en la Escuela de Arte y Oficios, en el Pabellón de Chile, cuando en el primer año de especialidad, después de los tres comunes, lo llamaron para hacer la mili.»Tengo unos recuerdos muy buenos y mantengo todavía amistad con algunos compañeros. La instrucción la hice en Cerro Muriano, aunque, como sabía utilizar la máquina de escribir eléctrica, me pasé ese período haciendo fichas de reclutas antiguos. Luego me destinaron a Sevilla, a Estado Mayor, de asistente con el comandante Segura. Para mí fue una etapa estupenda. No tengo ninguna queja».

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Después de cumplir el servicio militar, se apuntó a una escuela de técnicas de la moda de la calle García de Vinuesa. «Allí conocí a una chica de Soria con la que, después de dos años de aprendizaje, alquilé un pequeño local en la calle Monardes. Pusimos una mesa de corte y una máquina automática de segunda mano y poco a poco nos fueron saliendo clientes. Con el tiempo, conoció a un chico, se casó, se fue a vivir al norte y fíjate, se hizo cartera. Yo me instalé en un piso de la calle Cuna y desde el año 1992 tengo mi taller, donde recibo a mis clientas, en Ortiz de Zúñiga,13».

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«A diseñar no te va a enseñar nadie- me dice muy serio y contundente Daniel-; te pueden enseñar una técnica, pero diseñar tiene que salir de ti. Es innato. Mi estilo lo podría definir como austero, no soy de recargar las prendas. No, no soy barroco. Tampoco me gustan los volantes ni los lunares, pero sí los colorines y mezclar. Por ejemplo, rosa con rojo o con naranja; morado con rojo, gris con azul noche, dorado con azul añil… Los colores de mi última colección. Mis décadas preferidas son los sesenta y los setenta. Soy el pequeño de siete hermanos y la moda me viene de rebote por la influencia de mis hermanas con sus botas altas, minifaldas y medias de rejilla».

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Dice Daniel que la pandemia ha cambiado la forma de presentar las colecciones. «Antes eran desfiles de verano, de invierno, de novias… Ahora preferimos un desfile al año y no multitudinario, con prendas más versátiles e intemporales. La moda se ha vuelto más racional y con la crisis económica es absurdo, porque un desfile cuesta mucho dinero. De esta manera puedes atender mejor a la gente, el trato con los invitados es más cercano y te permite sentar a las clientas, que siempre deben estar en primera fila. A mis colecciones nunca les pongo nombre. La última tiene un halo medieval, con tejidos muy ricos y, como siempre, lleva los complementos de María Luisa Robles, Chititta«.

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Le pregunto sobre la repercusión que va a tener en la moda de Sevilla la presentación de la colección Crucero de Dior y no duda al contestar: «Ese desfile ha pasado y poco más. Estuvo muy bien para los artesanos que ficharon, pero no va a tener repercusión en la moda de Sevilla. No obstante, las instituciones deberían reparar en que aquí hay de todo y darnos un poco de apoyo. Tienen que venir de fuera a valorar nuestra artesanía cuando tenemos profesionales muy válidos, muchos de ellos, olvidados. Además, una colección se ve mejor en una pasarela sin más, no en un monumento, aunque sea de tanta importancia como la Plaza de España».

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Entonces saco a colación la proliferación en los últimos tiempos de pequeñas pasarelas. «No es bueno que haya tantas. Se deben unificar, una única pasarela y fortalecida. Todos a una y vamos a llevarnos bien. No hay nadie ni mejor ni peor. Todos hemos tenido que empezar. Sí, somos individualistas, pero si nos dividimos, todo lo logrado se pierde por el camino, desde el punto de vista económico hasta que nuestro trabajo trascienda más allá de Andalucía. No me parece mal intentar que Sevilla continúe siendo escenario de la moda internacional con el precedente de Dior, pero sin olvidarnos de apoyar a la local».

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