Ahora no recuerdo quien dio las tres claves para bandearse por la vida con soltura y eficiencia. Leer mucho, ir al cine y visitar con frecuencia los museos. En este último apartado apunte, por favor, una cita imprescindible: La muestra «Balenciaga. La elegancia del sombrero», que se exhibe hasta el 3 de octubre en el Museo del Diseño (Museu del Disseny) de Barcelona. Un edificio que se encuentra en la Plaza de las Glorias, muy cerca del popular mercado de Los encantes, diseñado por el equipo de MBM arquitectes, formado por Josep Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay, Oriol Capdevila y Francesc Gual.
Con más de ochenta piezas y una docena de conjuntos, la muestra es la primera exposición internacional monográfica sobre el mundo del tocado en la creación del diseñador vasco, fallecido el año 1972. Sus artífices han sido el Museo del Diseño de Barcelona y el Museo Cristóbal Balenciaga de Guetaria, donde se instalará a partir del 27 de octubre. Los sombreros fueron creados en los departamentos de sombrerería de la casa de alta costura de París y Madrid, desde finales de los años treinta hasta su cierre en 1968.
Si nos fijamos en los distintos sombreros que hoy traemos a telademoda.com son complejos en su aparente simplicidad. Muy en la línea del maestro de Guetaria. Sus volúmenes son depurados y estilizados y asemejan auténticas esculturas. Destaca el carácter artesanal de cada pieza y la minuciosa elección de cada uno de sus materiales. Es verdad que en la época de la que datan el sombrero era considerado un complemento elegante e imprescindible. Un accesorio muy común para establecer distinciones sociales.
Gran conocedor de la indumentaria popular, Balenciaga se propuso actualizar y ensalzar, por ejemplo, los típicos sombreros y boinas de los pescadores vascos, como se puede apreciar en algunos de los diseños que se exhiben. Todos los modelos han pasado con sobresaliente la prueba de la edad, poniendo de manifiesto una vez más que la moda en singular es eterna. En la exposición hay dos sombreros de los años treinta, doce de la década de los cuarenta y el resto de los años cincuenta y sesenta.
La lana, las plumas de aves exóticas o el armiño son algunos de los exquisitos materiales de los que están confeccionados. Pero también se ha utilizado la paja con tal maestría que no parece que se haya usado tan humilde componente en un resultado tan distinguido. Cristóbal Balenciaga siempre le hacía un sombrero a la clienta que le encargaba un vestido. Bien a juego o rompedor. Cuando se tiene oficio la armonía del conjunto no es difícil encontrarla. Y en este aspecto el maestro de Guetaria era único.
La exposición es fruto de un laborioso trabajo de años. Sus comisarios son Silvia Ventosa, conservadora de tejidos e indumentaria del Museo de Diseño de Barcelona, e Igor Uría, director de colecciones del Museo Balenciaga. Es curioso, pero nuestro protagonista tuvo que sortear un sinfín de obstáculos hasta conseguir dedicarse a su pasión. Su padre, capitán en un barco de recreo, dicen que se echaba las manos a la cabeza cuando lo oía decir que quería “coser como las mujeres”. Su madre, siempre al quite, fue su mentora, aunque nunca se podía imaginar que su “niño” acabaría vistiendo a dos reinas, María Cristina y Victoria Eugenia y que en 1958 Francia le nombrara caballero de la Legión de Honor.