Yo ya había leído a Chukri, a Mohamed Chukri, cuando lo vi retratado por el compañero Luis de Vega. Lo había leído y había compartido con él ese mundo y ese submundo del Tánger que retrató. Ese otro Tánger fronterizo con la ley de la selva, que es la de la supervivencia. Porque leer es convivir con el escritor, pasearte de su mano por esos escenarios donde la bruma es espesa y sólo la rasga la ternura de este poeta desvalido para el mundo real y pez en el agua en su ficción. «Y es que cuando me busco en los otros, vuelvo, la mayoría de las veces, a mí mismo». escribía en «Rostros, amores, maldiciones». Un cuadro del Marruecos más íntimo hecho de pinceladas crudas y desgarradas, a las que Chukri les ponía el color. En ocasiones gris; en ocasiones blanco y en otras entreverado. Pero siempre, al fondo, estaba él para recordarnos que «somos nuestro propio destino».
(Foto: Luis de Vega devegaluis@hotmail.com)
4 comentarios
interesante recomendación. se hace difícil encontrar novelas vivas en la vorágine comercial
Tampoco conozco a Mohamed Chukri y sus novelas sobre los mundos de Tánger. De esta ciudad, recuerdo su caserío blanquísimo frente al estrecho y la famosa novela de Ángel Vázquez: «La vida perra de Juanita Narboni», de la que se hizo una película no hace muchos años.
Muy buena foto la de Luis de Vega, donde no faltan ni el cigarrillo ni la botella de vino, tan ligados a la bohemia artística.
No conocía a este escritor pero ahora lo voy a buscar, Vivi en Tanger unos años muy buenos de mi vida. Enhorabuena por esta revista digital
Me gustan los cuentahílos.Son cortos pero contundentes. Buen retrato.
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