Paco Rabanne, el metalúrgico de la moda

 

Me gusta que España reconozca el mérito de los creadores de moda y me gusta que lo reconozca cuando  todavía están vivos, que es cuando lo pueden disfrutar y cuando los van a despellejar. A Paco Rabanne, el metalúrgico, le entregaron el otro día el Premio Nacional de Diseño de Moda, que concede el Ministerio de Cultura.  Es el segundo diseñador que lo recibe. En su primera edición el galardonado fue el turolense Manuel Pertegaz, autor del traje de novia de la princesa de Asturias.

 

Tenazas

La señorita de la Rue de Cambon, que debió ser una mujer de Coco y…Chanel, llamaba a Paco Rabanne el metalúrgico de la moda, porque todo su afán era saltarse a la torera la costura tradicional para utilizar tenazas y martillos con los que transformar en tejidos materiales como el rodio, el aluminio, los discos láser, los espejos y los papeles irisados. Un innovador nato este Francisco Rabaneda Cuervo, nacido en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa) en 1934. Hijo de padre republicano y madre comunista, de oficio costurera, que había tenido el honor de trabajar en el taller que Cristóbal Balenciaga había abierto en San Sebastián, se exilió con su familia a Francia, donde, a pesar de los años de estancia en el país vecino, sigue teniendo también la nacionalidad española.

 

 «¡Adelante!, en la creación vas a encontrar la libertad», le dijo su madre, que tenía más visión de futuro que su hijo, quien erró en su profecía sobre el fin del mundo, como se puede constatar de forma palmaria, fechada para agosto de 1999. Aquella incursión pública en terrenos intangibles le costó una retirada a sus aposentos y la rechifla de quienes estaban esperando un traspiés de este hombre, que, a mi juicio, tiene una semejanza física e incluso química con el líder comunista andaluz Julio Anguita.

 

Vestido de plástico

Rabanne estudió Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de París y empezó haciendo  botones y complementos de plástico que vendía a Balenciaga, Dior y Givenchy. En 1965 creó su primer vestido de este material. Luego, para no desmentir a Gabrielle Chanel, utilizó alicates en vez de agujas e hilos, discos metálicos y cadenas en vez de telas.  Rabanne ha realizado el vestuario de películas como Barbarella, Dos en la carretera o Casino Royal y ha vestido a artistas como Ursula Andress, François Hardy, Audrey Hepburn o Brigitte Bardot. A pesar de reconocer que «la uniformidad es la muerte»,  suele ir vestido con un pantalón negro y una camisola del mismo color o gris con el cuello Mao. Es la austeridad andante. Se levanta a las seis de la mañana  y trabaja hasta que el cuerpo aguante. Esta estricta disciplina puede tener su origen en la influencia que tuvo en su vida su madre, destacada miembro de la dirección del Partido Comunista de España (PCE).

 

Sorprender

A este hombre, que detesta a las «fashion victims», por considerar que la mujer inteligente debe elegir una moda acorde con su personalidad, dejó la alta costura en 1999, para dedicarse al prêt-à-porter. El Ministerio de Cultura lo ha premiado por «ser el diseñador español de moda vivo más universal; por su innovación y su aportación a todos los ámbitos de la cultura del siglo XX, creando un nuevo concepto que se escapa a cualquier clasificación convencional, al convertir la moda en expresión plástica de su tiempo».

El metalúrgico de la moda lo dijo en una ocasión. «Lo mío no es seducir, sino sorprender». Ahora quien nos ha sorprendido es el Ministerio de Cultura con la creación de unos premios que homenajean a los artistas de la aguja y el dedal. Pues que no decaiga.