El amarillo ha tenido a lo largo de la historia una serie de altibajos. De ser un color denostado y reservado para los marginados de la sociedad, a tomar impulso y ponerse a la cabeza de los más deseados. ¿Se acuerdan del abrigo y del vestido que lució Michelle Obama en la toma de posesión de su marido como presidente de los Estados Unidos? Eran de color amarillo y llevaban la firma de la diseñadora de origen cubano Isabel Toledo, fallecida en 2019. Y con él quería representar la vitalidad que iban a imprimir a la Casa Blanca durante su mandato. Los colores hablan. Dicen los expertos, que la actividad varía ante un color u otro. El amarillo es sinónimo de entusiasmo, de energía. Es, como se dice ahora, un color vitamina y uno de los que este verano tomarán la calle. Por eso la firma menorquina de zapatos Mascaró (www.mascaro.com) le dedica esta oda.
Atrás quedaron los malos augurios teatrales del amarillo. Claro, teatro, puro teatro. Ya saben, aquello de que daba mala suerte, mal fario, si los actores vestían este color en el escenario. Estamos a dos esquinas del verano y lo que queremos es alegría, luz, y marcha, mucha marcha. Alejar la opacidad de estos últimos tiempos y recibir con optimismo al estío. En Occidente, los ambientes cromáticos son muy apagados. Las ciudades son grises, los coches, por regla general, son blancos o negros y los habitantes suelen (solemos) vestir de oscuro, sobre todo en invierno. Vamos a subirnos los colores y vamos a apostar por el amarillo de la cabeza a los pies. ¿No dicen los científicos, que son los que saben, que nuestro organismo necesita color? Pues vamos a ello.
Mascaró ha diseñado algunos de sus modelos para que nos transmitan fuerza, entusiasmo y ganas de comernos el mundo, aunque sea de aperitivo. Hay, por ejemplo, sandalias en amarillo liso y de distintas hechuras, pero también en llamativos estampados, donde el color estrella toma la iniciativa. Esta firma internacional menorquina está especializada en la fabricación de calzado y bolsos para mujer. Fue fundada en 1918 y en sus inicios fabricaba y comercializaba zapatillas de ballet. El grupo gestiona también la firma Pretty Ballerinas. Actualmente, Lina Mascaró, perteneciente a la tercera generación familiar, dirige la compañía impulsando la internacionalización y manteniendo vivo el espíritu artesano y de calidad que es enseña de la marca.