El Aura de Loewe

«Tu nombre es como un perfume derramado», dice el Cantar de los Cantares y quiero suponer que ese nombre era tan querido y tan deseado como esa esencia que se apodera de la piel y baila con nosotras al compás de la danza invisible de sus notas olfativas. Loewe, la firma española de lujo por antonomasia, vuelve a la carga con sus fragancias y presenta Aura. El último de sus perfumes, el más enigmático, de la mano de una de las modelos más representativas de la feminidad, Linda Evangelista. Una modelo que desprende esa energía y esa vitalidad, que son dones que la vida reparte.  y que ella los tiene a espuertas.

Pero, ¿qué es el aura? El aura es algo intangible que tiene una persona pero que no se sabe explicar bien de dónde le emana. Puede ser un gesto, la forma de hablar, de moverse, de ser ella misma en todos los momentos de su vida. Qué difícil es ser espontáneo, y qué preciada cualidad. Ser espontáneo, natural y encima elegante no sé si es una definición de tener aura, pero quizás se le acerque mucho. El Aura de Loewe es una especie de homenaje a la historia de una firma señera, que es fiel a su artesanía implicada desde siempre con el diseño; a esa artesanía que es el lujo del siglo XXI.  Pero, ¿a qué huele Aura? El Aura de la mujer Loewe es un agua de perfume amaderada.

Tiene una salida picante y fresca de pimienta rosa y bergamota y despierta el misterio que envuelve la fragancia junto con un toque afrutado de grosella y un guiño de hojas de violeta. Su corazón es plenamente floral, exquisito y de una altísima calidad. Jazmín sambac absoluto, iris y narciso absoluto, que se funden en una predominante nota de rosa Otto. La fragancia se envuelve en una cálida y amaderada estela de sándalo de Australia y cedro de Atlas en sus notas de fondo, que conviven con un moderno contrapunto de néctar de frambuesa y una nota de piel Loewe, que evoca el ADN de la firma. El frasco está lleno de energía, luz, elegancia y feminidad; o sea, de aura, y el tapón evoca el de la segunda fragancia de la Casa, L2 (1976) y tiene una estética muy art-decó, esa corriente artística que ha vuelto con fuerza, porque nunca nos dijo  definitivamente adiós.