Honoré de Balzac es el autor de este curioso libro editado por El panteón portátil de Impedimenta. «Tratado de la vida elegante» es una especie de manual para desenvolverse con naturalidad, astucia y sagacidad en sociedad. Como todo lo clásico, no ha pasado de moda. Es más, una puede incluso asignar a alguno de esos personajes que pululan de fiesta en fiesta cualquiera de los aforismos de este escritor versado en la condición humana.
Tengo que reconocer que el retrato que nos ha llegado de este escritor francés, hijo de un campesino, y por tanto de origen humilde, no le hace, aparentemente, justicia. Si nos fijamos bien, Balzac no parece ser esa pluma incisiva contra todo aquel que se saltara a la torera las mínimas normas de la cortesía y el decoro. El autor de obras como «La prima Bette», «Las ilusiones perdidas» o «Papá Goriot» más bien asemeja estar en permanente confrontación con el agua y el jabón. Su aspecto sudoroso y su cabello poco escamondado le dan una imagen de espeso, en su acepción de sucio, desaseado y grasiento.
Pero al margen de apreciaciones higiénicas, Balzac fue un verdadero analista de la condición humana y como tal se explaya en este entretenido tratado, publicado en 1830 para inaugurar la serie «Patología de la vida social», meollo estético de su «Comedia humana». La obra gira en torno al dandismo, movimiento que echó a andar en Inglaterra a finales del siglo XVIII, dio forma al Romanticismo literario más decadente y supuso una revolución social y cultural en la Europa de principios del XIX. Su figura literaria fue Baudelaire y su elegante por antonomasia el inglés George Bryan Brummell, apodado el Bello Brummell.
En esta obra, salpicada de anécdotas y divertidos sucedidos tejidos sobre un tapiz irónico, Balzac advierte: «Si el pueblo te mira con atención, es que no vas bien vestido: es que vas en exceso atildado, planchado y rebuscado». Más adelante sentencia: «Ir más allá de la moda supone convertirse en caricatura». Pero la puntilla la clava al definir el dandismo: «Es una afectación de la moda. Un hombre, al hacerse dandi, se convierte en un mueble de tocador, un maniquí extraordinariamente ingenioso que puede posar sobre un caballo o sobre un canapé, que muerde o chupa por costumbre el extremo de un bastón, pero en un ser pensante… ¡eso jamás!»
«El hombre -añade- que en la moda sólo ve la moda, es un tonto. La vida elegante no excluye el pensamiento ni la ciencia, más bien las consagra». Pero Balzac llega a ponerse incluso melodramático cuando afirma: «El descuido en la indumentaria es un suicidio moral», para añadir: «El bárbaro se abriga, el rico o el tonto se adornan y el hombre elegante se viste». Lo importante es que la persona curiosa (en el buen sentido de la palabra curiosa) lea con delectación esta pequeña joya de la literatura, que el tiempo no ha alterado su belleza. Señal de su prestancia.
6 comentarios
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Gracias Clara por tenernos siempre al dia en cuestiones de moda y buenas maneras.
Me compraré el libro.
Ja,ja,ja, a mi también me ha parecido siempre espesito este Balzac tan redicho…
Pues como d momento soy una analfabeta en este amplio campo q es la moda, no conocía este libro d Balzac, pero nunca es tarde dicen, si la dicha es buena. Así q anotado y pendiente de leer y disfrutar m queda, porque seguro q con frases tan interesantes como algunas d las q nos ilustras en tu post, voy a aprender mucho tanto de la moda como del ser humano y la vida en si misma, y por supuesto disfrutaré leyéndolo!!!
Especialmente m gusta cuando dice «La vida elegante no excluye el pensamiento ni la ciencia, más bien las consagra”. Q verdad más grande!!!! S suele tildar d frívolo este mundillo cuando tiene mucho trabajo y mucha ciencia y desarrollo e innovación, en lo alto!!
Como siempre Clara, GRACIAS por enseñarnos cosas d tanto valor a los q andamos perdidos como yo.
Un beso mi niña guapa!!!
Un blog tan interesante como su autora.
Los clásicos no pasan nunca de moda, reconozco que Balzac es uno de los autores que menos he leido pero nunca es tarde, y es curioso cómo habla de la sociedad como si fuera la de hoy en día. Gracias Clara por descubrirnos otra joya de las letras francesas.
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