He leído en internet, que es donde se suelen leer este tipo de noticias, que al periodista iraquí Muntazar al Zaidi le han dado un premio en el municipio madrileño de Rivas Vaciamadrid por, pongamos, valiente, para ir al grano y no andarnos con rodeos. El colega en cuestión pasará a la historia, al menos a la de las gacetillas, por haberle lanzado un zapato al ex presidente de la poderosa USA, George W. Bush. El pedestre proyectil, que el ex mandatario esquivó con habilidad, era una manera no tan sui generis de protestar, en su caso por la guerra de Irak. Protestar a zapatazo limpio ya lo había hecho Nikita Kruschev. El secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética echó mano de la funda de su pie para golpearla con inusitada virulencia (una vez que te pones no vas a ir de timorato), en la sede de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Era su forma de llamar la atención de los vericuetos en los que andaba metida la llamada Guerra Fría. Fue el 12 de octubre de 1960 y el dirigente le echó dos pares y la bailaera, como se dice en Andalucía a los que tienen co… Pues eso. La historia con mayúsculas quizá no le haya compensado por su audacia en este y en otros avatares, pero la que se escribe con letra diminuta lo recordará siempre ligado a un incendiario zapato.
Sabotaje
Incendiarios zapatos ya los hubo en Francia y en los Países Bajos allá por el Medievo. En aquella época, los campesinos utilizaban un tipo de zueco llamado «sabots». Este humilde calzado adquirió una increíble dimensión cuando uno de sus sufridos usuarios, en una de esas acciones que cambian el curso de la vida, pisó con ellos la cosecha de su señor. A aquel arriesgado acto se le llamó sabotaje.
Sabotaje no fue precisamente el lanzamiento del tacón de aguja de una vedette a un cronista de la prensa mal llamada rosa, en lugar del merecido calificativo de amarilla. No sabemos si la señora lo tenía por norma, pero en aquella tertulia radiofónica lo más a pie que encontró fue su zapato y con él se defendió como una rediviva Agustina de Aragón.
Seguro que a esta heroína le hubiera gustado ir vestida para matar, también en el sentido figurado de dejar al personal patidifuso por la sensual indumentaria, aunque hay veces que algunos se calzan para asesinar…los. Es cierto que el zapato tiene muchas connotaciones eróticas si prestamos oídos a Freud y a sus muchachos, pero hay modelos a los que sin querer se nos va la vista. Ahí están los de Magrit, que realzan este texto. La firma de la alicantina ciudad de Elda, una de las elegidas por la Princesa de Asturias para calzarse, es de las que dan guerra, en sentido figurado, en el mercado. En sus modelos podría haberse inspirado el ya desaparecido Francisco Umbral cuando escribió: «Hay que ver cómo le ponen pedestal al alma unos zapatos bien elegidos». Claro que si viviera Freud seguro que les sacaba punta…
6 comentarios
If only everyone knew it
Recomiendo este artículo. Es buenísimo.
No voy a negar que me llamó la atención encontrarme a Krushev entre las etiquetas de un blog sobre moda y no podía ser otra cosa que aquella divertidísima anécdota de la “provinciana diplomacia” del líder soviético. Uno de los artículos más interesantes que leído; la verdad es que los zapatos han estado “en pie de guerra” en más de una ocasión. En la Antigua Roma representaban la jerarquía social e identificaban los diversos oficios; por ejemplo, los senadores vestían zapatos blancos, y existían unos llamados coturnos (usados por los actores en el teatro) que serían los precedentes de nuestros zapatos con plataforma. H. G. Wells se sirvió de los zapatos para denunciar la miseria social en su último trabajo. E incluso hoy en día, el zapato es una prenda que permite distinguir a las nuevas realezas sociales. En la serie televisiva Gossip Girl, los ricos de Nueva York conocen la cura para la “depre”: “un vestido sexy de Jedediah Angel, unos Manolos negros de satén, el nuevo Ready or Not, el carmín que sólo puede conseguirse en Bendel´s, hacerte la cera brasileña y darte el autobronceador Estée Lauder”. (Por que yo lo valgo).
Como soy más de Freud y fetichista acérrimo me quedo con unos buenos Manolos bién llevados como la Sara Jessica Parker,ja,ja…. Aunque mi preferida es Miranda.
Me alegro de que des rienda suelta a tu saber en ésta blogosfera.
Un beso grande y mucho ánimo para tus nuevos proyectos.
MUY INTERESANTE TU ARTÍCULO, ME ENCANTAN LOS ZAPATOS DE TACONES Y HE APRENDIDO ALGUNAS COSAS NUEVAS GRACIAS A TI, UN SALUDO.
Me en canta el artículo de los zapatos, y sobretodo la ironía con la que Clara Guzmán los saca del pie para ponerlos en los sitios mas inspechados.
Se me ocurre decirle que cuando escriba otra vez sobre el tema, repase la presencia de los zapatos en el mundo del arte; le puede resultar de interés.
Me voy corriendo a leer los otros artículos.
Enhora buena que ya estamos esapeerando mas.
Aurelia Medina
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