Rosa Cuervas: Pasión por la moda

Fotografía de Moda Sevilla

Lleva muchos años cosiendo para las novias, por eso está autorizada para asegurar que ha vuelto el traje clásico, que ya son pocas las que se disfrazan para ir al altar. Es Rosa Cuervas y no puede ocultar que es una apasionada de su oficio.

Parece que cuando nació  traía incorporados la aguja y el dedal. Habla y se recrea con deleite en su profesión, sobre todo cuando viene de hacer el reportaje de trajes de novia y de fiesta en el Hotel Palacio de Villapanés de Sevilla. «Hemos formado un equipo mágico con las modelos Juliana López y Marina García; los tocados, de Tolentino; los zapatos, de Nuria Cobo; los complementos, de Prestigio; el maquillaje, de Mar Martínez Corzo, la peluquería, de Susana Martín y la fotografía de Samuel Requena para Fotografía de Moda Sevilla.  Hay una vuelta a lo clásico, a una novia más novia que busca la comodidad, pero con un vestido auténtico. En los últimos años se ha visto mucho disfraz».

El traje de Catalina Middleton

Después de la sonada boda del año, es obligatorio preguntarle sobre el vestido de la duquesa de Cambridge. «Me pareció una princesa. Del traje hay que destacar la riqueza del encaje, la manga tan bien hecha, acariciando la piel, un traje acorde con una espléndida figura muy cuidada para la ocasión. De todas formas, eché de menos que la caída del tejido tuviera más empaque y que la cola de la hipotética futura reina de Inglaterra fuera más larga. Personalmente, me gustan las novias con el pelo recogido, no suelto. Iba perfecta, porque no es necesario tanto refajo para un traje de novia. Era muy discreto en contraposición con  el de Lady Di, que era un horror. Su hermana, a la que muchos criticaron  el color, iba muy guapa. El bies del vestido le quedaba de maravilla en su también cuidada silueta».

Rosa Cuervas hace mucho hincapié en que el traje de novia le tiene que quedar bien a la protagonista y que es un error querer agradar a todo el mundo, por lo general a quien lo financia. «La mejor tela es la que mejor se adapta a la persona que la lleva. Para eso estamos en costura, además de para interpretar las ideas, aunque la clienta se crea que no las tiene. Yo soy una especie de psicóloga que me fijo en su forma de ser, en su físico,  en su pelo, en su piel y en retazos de su personalidad. Soy una diseñadora del momento, del flash que me produce cuando la veo; de la impresión que me transmite, porque me acerco a la gente. Es mi manera de ser».

La importancia del conjunto

Los trajes se suelen encargar con seis meses de antelación, porque su taller hierve de trabajo. En la calle Álvarez  Quintero se cose además para madrinas, madres de las novias e invitadas. «Un mal maquillaje, un peinado o un complemento ajeno al estilo del traje pueden estropear la imagen. Yo asesoro a todas mis clientas y las ayudo facilitándoles contactos de profesionales de estos campos». Entonces Rosa Cuervas, como apasionada de su trabajo, se detiene a recordar el último traje que ha realizado en su taller. «La novia era María Perea y le diseñé un traje en piel de ángel, cubierto de varias capas de gasa de seda, con drapeados fluidos en la falda y en la cola. El escote era de pico abierto y en el pecho un drapeado cruzado, adornado con tiras de gasa, con una especie de punto inglés realizado con hilos de plata rematados con trozos de nácar natural. Llevaba una pequeña manga de dos capas y un doble velo: uno de tul de seda con el mismo largo que el vestido y sobrepuesta una toquilla del mismo tul con encajes de Chantilly».

Rosa Cuervas dice que es imposible copiar un traje de costura. «Evidentemente, una copia no es igual al original. No se pueden copiar ni los colores ni la mano de obra, que permite que parezca que la tela no está cosida. Mi equipo es arte. Sus integrantes llevan mucho tiempo conmigo y durarán hasta que duren las ganas de trabajar y tenga clientela».