Reflexiones. El chándal al poder

por Clara Guzmán

 

Telademoda

Diseños de Chloé. Fotos: Imaxtee

 

Vamos por partes, porque aquí hay más de uno que lee el título y sin adentrarse en el texto arma un número de «notemenees». Ya sabemos que leemos de corrido porque tenemos prisa para leer otro texto, también de corrido. Vivimos en la sociedad de las prisas y por eso hay gente que no se detiene y sale a la calle vestida a la pata la llana. Me gusta el chándal y soy incluso una admiradora de las colecciones que Stella McCartney hace para Adidas y que compro, de otras temporadas, a precio de saldo en Ceuta, mi tierra, el sitio de España donde más prendas de deporte se venden para eso, para hacer deporte. Porque la primigenia utilidad del chándal es (más bien era) esa. Pero como la moda es un reflejo de la sociedad de cada momento y la sociedad actual se ha vuelto comodona (que es un término mucho más relajante que cómoda) práctica, rápida y, por tanto, carente de reflexión, el chándal se ha convertido en una prenda multiusos.

 

Telademoda

 

Pero esta tendencia que ya lleva unos años yendo y viendo de la pasarela a sus asuntos callejeros, concita división de opiniones. Como la sociología tiene tanto que ver con la moda, hay quien le ve incluso motivaciones políticas. Ya sabemos que el chándal se ha convertido en los últimos años en el uniforme de los dictadores que siguen poblando el mundo, pero ya sabemos también que es la calle la que da el veredicto. Lo dijo Coco Chanel, que fue una visionaria: «hasta que la moda no esté en la calle no es moda». Pues ahí la tienen. Esta primavera-verano nos vamos a hartar de verlos a tenor de las colecciones presentadas por los grandes, algunos camuflados con faldas vaporosas o blusas con lazadas. Los grandes son, entre otros, Gucci, Paco Rabanne, Elie Saab, Tommy Hilfiger, Lacoste o Chloé, cuyas imágenes ilustran esta entrada de telademoda.

Telademoda

 

Dicen los sesudos estudios sobre moda, que haberlos haylos, que el uso del chándal para ir, por ejemplo, a un cóctel, es una tendencia que empieza a arraigar debido al nuevo estilo de vida de la gente. Es decir, que la gente ya no se para a preguntar qué es lo correcto y lo más respetuoso para ir a tal o cual acto. Claro que estamos hablando de colecciones de chándal de lujo. Es decir, prendas que cuestan un Congo o un Potosí, elijan ustedes. No obstante, para los creyentes en la democratización de la moda, ya estarán prestas las huestes de don Amancio Ortega para copiarlas por las claras, sin necesidad de nocturnidad y alevosía. El chándal, que empezó siendo un hermano costeado del pijama, tiene también sus detractores, como Karl Lagerfeld, quien en un día de inspiración dijo: “El pantalón de chándal es un símbolo de derrota. Has perdido el control de tu vida, así que te has comprado un chándal”. ¿En cuál de los dos bandos milita usted?

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1 comentario

javier 21 enero 2016 - 17:20

Me gusta el ar´ticulo,y tienes razón,ya se ha dado un gran paso en el calzado.Hace años era impensable llevar estos magnificos zapatos semi deportivos que son comodisimos.
Y en Decathlon y marcas como Geox han fabricado maravillas.
En cuanto al chandall fijate los de Venezuela ,Chaves y Maduro,cuando se ponen ese tan grande y amarillo es cuando más soflamas e impertinencias largan,se encontraran cómodos.
y para compensar tamaños ,e l de ellos con sus cuerpos y el del chandall esgrimen siempre un diminuto libro que es la CONSTITUCIÓN DE ELLOS.
Levantando y amenazando a la vez que expropian.

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