En Ubrique, Cádiz, el pueblo que vive de la marroquinería, hay una especie de pacto de silencio. A pesar de haber remontado el vuelo; a pesar de que ya los italianos no se erigen en los artesanos de la piel por antonomasia, los ubriqueños siguen sin soltar prenda. Nadie sabe qué firmas producen allí sus colecciones, pero todos están al tanto.
Más de cien marcas de alto nivel, y Dior es una de ellas, producen en Ubrique y es competencia directa de Italia, país líder del sector. Muchas se han olvidado de ese «desliz» de ahorrar costes mandando sus colecciones a los países asiáticos y han vuelto donde solían: O sea, a este pueblo con encanto, donde están los mejores artesanos, pero donde nunca se han sabido «vender» con la pasión que lo hacen los italianos.
En la colección Crucero 2016 de Dior, a la que bautizaron con el nombre de Paradise, la última de Raf Simons antes de que tomara las de Villadiego, está presente la década de los sesenta. Incluye unos bolsos que nos evocan aquellas maletas plagadas de sellos, pasaportes y postales. Todo muy «retro», como es preceptivo en la actualidad. Los Lady Dior se vuelven coloristas recordando el pasado.
¿No recuerdan esas maletas y neceseres, un accesorio muy femenino en aquella época, lleno de esos recordatorios de que sus usuarias habían salido de casa más de una vez y habían viajado?. Estar viajado era una señal de ser mundanos, aunque algunos no se hubieran quitado el pelo de la dehesa. Más o menos como ahora. Los bolsos ya vienen con el sello de cosmopolitas. Te ahorran el esfuerzo.