Palabra de Paul Poiret

 

 

«Desencadené la guerra del corsé y, de todas las revoluciones, la mía se hizo en nombre de la libertad…, para dar libertad a los estómagos». Palabra de Paul Poiret, el libertador, nacido en París el 8 de abril de 1879, en un momento en que la moda estaba ayuna de guías que la orientara y la pusiera a caminar. «La moda necesita un tirano y ese tirano soy yo». Dijo Poiret y se quedó tan pancho.

 

 

Paul Poiret era el hijo del dueño de un modesto negocio de tejidos. Desde pequeño dio muestras de su inclinación por la costura y la creatividad y fue su madre ¡ay, las madres cuánto han hecho por la moda sin saberlo! la que le prestó 50.000 francos para abrir su primer salón. Y Poiret no perdió el tiempo. En 1903 ya tenía de musa a Rèjane, una admirada actriz del momento.

 

 

Tres años después creó el que sería su diseño señero, un vestido al que bautizó con el nombre de «La Vague» porque parecía una ola que se envolvía en el cuerpo. Era entallado desde el busto y caía en forma recta hasta los pies. Poiret le había dado «matarile» al corsé, que sustituyó por sujetadores flexibles y ligas livianas, pero llenó de color y de estampados sus diseños, dándole a la mujer un aire más juvenil.

Claro que también desterró las medias negras y las sustituyó por las de seda color carne, hoy «nude». Pero como nadie es perfecto, su error fue trabar las piernas, que obligaba a las mujeres a caminar a pasitos cortos cuando no a saltitos como las geishas. «He liberado los troncos, pero ahora pienso atarles las piernas», dijo el modista, que se había iniciado en la costura de la mano del gran Jacques Doucet.

Pero enseguida, Poiret escogió su camino y se inspiró en el modernismo, que campaba por sus respetos en Europa, y en el Directorio del siglo XVIII. Una mezcla de innovación y de clasicismo, que no le impidió coronarse como el modista del momento y trascender. John Galliano, por ejemplo, ha bebido mucho en su fuente. «Es lo que una mujer se quita, no lo que se pone, lo que le da estilo», decía Poiret.

Y tampoco se equivocaba cuando apuntaba: «Todas las mujeres deben descubrir su propia individualidad y vestir según su estilo». O sea, no hacer caso de las tendencias y sí de lo que se adapte a su cuerpo y personalidad. Aunque también acertó de pleno al decir: «Las mujeres modernas tienen miedo a una moda que antes no haya merecido la aprobación pública». Ya saben, palabra de Paul Poiret.