No me pises que llevo sandalias

Me gusta la firma Luna Llena desde que me compré una blusa de encaje azul, me miré en el espejo y me vi más joven. ¿No es al fin y al cabo lo que todo el mundo pretende? No nos engañemos. Si los diseñadores le echaran más pinceladas de eterna juventud a sus creaciones otro gallo les cantaría. Me gusta Luna Llena porque es diferente y tiene chispa (no tengo acciones ni me pagan comisión), simplemente constato un hecho.

Esta casa, radicada en Barcelona, empezó hace más de diez años en el sector de los complementos y ahora es capaz de eclipsar a esas otras colegas que pusieron sus miras en  la India, pero que se olvidaron de imprimir su marchamo a las ideas que salían de su magín. Por ejemplo, a estas sandalias que seguro que pueblan el asfalto cuando deje de llover y los pies quieran salir a tomar el merecido aire.

Mi amiga María Murciano suele decir de tal o cual tipo (siempre es un hombre, qué le vamos a hacer) que es más feo que un pie. La verdad es que los pies no tienen muy buena prensa, entre otras cosas porque se dejan ver poco, quizás para no quemarse en sociedad, como solía aconsejar Balenciaga las pocas veces  que dejó que un periodista entrara de rondón en su vida. Pero unos pies pasados previamente por una necesaria restauración progresan adecuadamente. Con una correcta pedicura y unas uñas perfectamente pintadas, ¿quien se resiste a calzarse alguna de las sandalias que Luna Llena presenta para esta primavera-verano?

Suelas de oro puro

«Hay que ver cómo le ponen pedestal al alma unos zapatos bien elegidos», decía Francisco Umbral no sé si porque tenía en la cabeza esa otra máxima de la experta en moda Maguelonne Toussaint-Samat: «Los dolores de pies y los pies deformes son heridas del alma, por tanto, Edipo (literalmente pie hinchado) no podía por menos que tener complejo».

Las sandalias son los balcones por donde se asoman los pies dispuestos a ver la vida sin el burka de las medias.  Fueron el primer calzado realizado artesanalmente y las sucesoras de las pieles protectoras primitivas. Ya en el año 3500 a.C., los egipcios dejaban sus huellas sobre arena mojada, moldeaban papiro trenzado para hacer suelas del mismo tamaño y les colocaban correas de cuero sin curtir para que se sujetasen al pie. Se llevaban como protección para andar sobre terreno agreste y arena ardiente, aunque el pie iba prácticamente al descubierto, una característica de la que supieron sacar partido las mujeres egipcias, adornandolo con joyas. Las emperatrices romanas, por su parte, hacían las suelas de sus sandalias de oro puro y las correas las iluminaban con incrustaciones de piedras preciosas. El efecto, dicen  las crónicas, era muy sexy. Luna Llena, sin embargo, es más práctica y procura que sus diseños lleguen a todos los bolsillos. La sensualidad de sus sandalias la alcanzan a tavés del diseño, el color, la forma y, sobre todo, esa vitalidad que deja huella.

Sandalias lunáticas

Me gustan estas sandalias, a pesar de ser planas y correr el riesgo de que no se me vea si me las calzo. Me gustan las de inspiración marina multicolor, con cierre de cremallera en la parte trasera;  las de cuentas de color plata o de colorines como las pulseras morunas de mi infancia. Me gustan las de inspiración floral sobre piedras color marfil o con esferas, adornadas con detalles fucsia; las de piedras turquesa y cierre con lazo en piel, las de pavo real y mil flecos con cierre de hebilla…

Pero sobre todo me gustan porque son alegres, divertidas y muy desenfadadas. Listas para avisar al personal de que anden con tiento y de que no me pisen, por favor, que llevo sandalias. Sandalias de Luna Llena, porque para eso una es muy lunática.