Lebor Gabala, la firma de Maite Muñoz, se nos ha hecho urbana. Ella que siempre fue -o lo intentó- bucólica de primera generación, se ha pasado con armas y bagajes a las tendencias. Y las tendencias dicen que hay que fusionar deporte y ciudad, que es lo que está en la calle. Pues, a la calle que ya es hora, dicen en la firma.
Así que la colección de otoño-invierno 2019 se ha inspirado en la cantidad de nuevos deportes que se han creado en el asfalto y que marcan la pauta de las modas y los modos de este siglo XXI. Y mezclar es un verbo que no deja de conjugarse desde que nos consideramos ciudadanos abiertos de par en par.
La combinación de materiales tecnológicos con seda, cachemira y franelas en un mismo conjunto, «look» para los modernos, es la tónica en esta colección que, afortunadamente, no se olvida del punto para jerséis y cárdigans y el «jacquard» para esos envolventes abrigos que le dieron justa fama.
La colección me gusta cuando se le suben los colores y abandona la oscuridad del negro. Esos naranjas, por ejemplo, pisando fuerte y desafiando al invierno. Las flores, aunque en menor medida, sobre el raso de seda nos recuerdan que estamos ante una colección de Lebor Gabala.
No hay que perder de vista sus faldas largas llenas de movimiento ni sus trajes de pata de gallo, un estampado que se potencia esta temporada. Pero esta vez Lebor Gabala es menos Lebor Gabala que en otras ocasiones. A veces, plegarse a las tendencias tiene el riesgo de perder la identidad.