La estrella de Gaultier

Tiene sesenta años y sigue siendo un enfant terrible de la moda. Porque, ¿dónde está el límite de edad para pasar de la locura a la cordura? Al parecer, a más años más probabilidades de sacar los pies del tiesto. El DNI amarillento tiene que servir para algo más que para tener ventajas a la hora de  viajar en autobús. El otro día se lo leía a Pierre-Alexis Dumas, director de arte de Hermès, cuando hablaba de la firma…»Esta inagotable fuente de renovación quizás sea, después de todo, el verdadero secreto de nuestra avanzada edad. ¡Uno no es serio a los 175 años de edad!  Serio tampoco es  Jean Paul Gaultier, pero además es un provocador con estrella. El próximo viernes en la Fundación Mapfre de Madrid se inaugura una exposición de su vida y de su obra.

 

«El camino hacia las estrellas» es el nombre de esta muestra que permanecerá abierta hasta el 6 de enero del año que viene; o sea, que hay tiempo para verla. Viene de Dallas, San Francisco y Rotterdam y es una retrospectiva, organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Montreal (MMFA) y la Maison de Jean Paul Gaultier. La comisaria es Nathalie Bondil, conservadora jefa del MMFA, y Maxime Thierry Loriot, director de Desarrollo del mismo Museo. La muestra incluye una selección de sus creaciones de alta costura, junto a audiovisuales, vídeos con extractos de desfiles, entrevistas, dibujos e imágenes captadas por las cámaras de grandes fotógrafos.

Pero, ¿quién es Jean Paul Gaultier?  Nació en Arcueil, Francia, y se cuenta que ese gusto por transformar a la mujer a través del maquillaje, los vestidos y los corsés, presentes siempre en su obra, le viene de su abuela, su hada-madrina, que era esteticista. A los quince años dibujaba colecciones inspirado por las revistas de moda. Figurines de los que se prendó Pierre Cardin y lo fichó. Como luego lo ficharían otros grandes de la moda, En 1976 lanzó sus primeras joyas electrónicas y dos años después su propia marca, con el sello contestatario que lo define. Una marca muy en consonancia con la calle, su fuente de inspiración. «La moda no es un arte de museo, es un arte de vivir. Es un reflejo de la vida» Palabras de Gaultier.

Jugando con lo femenino, lo masculino, lo elegante y lo vulgar, lo delicado y lo burdo, lo kitsch y lo clásico, Gaultier se ha ido mirando en el espejo de su antecesora Elsa Schaparelli, cuando se saltó a pídola lo establecido y creó un mundo surrealista de sombreros con zapatos o collares con insectos. Lo ordinario y lo extraordinario se dan la mano en las colecciones de este francés que condimenta con mucho humor sus prendas, que, evidentemente, nunca pasan inadvertidas. No obstante, hasta su perfume envuelto en un busto femenino con corsé tiene su antecedente en la fragancia Schoking de la rival de Coco Chanel.

 

Hay un libro muy interesante sobre Jean Paul Gaultier, llamado precisamente así, escrito por Farid Chenoune y editado por Ediciones Polígrafa, en el que, entre otras cosas, dice : «Lo lleven donde lo lleven los viajes de su transcostura, Gaultier regresa siempre a París. Se trate del adoquinado mestizo de Barbès, del Pigalle del cancán de los afiches de Toulusse-Lautrec, de los bulevares canallas de Arletty en Les Enfants du paradis o del París que baila con el acordeón de Yvette Horner. París es la capital de sus obsesiones, la musa de sus obstinaciones».

En «El camino hacia las estrellas» veremos todas las facetas de Gaultier. Si la muestra está tan bien organizada como la de Yves Saint Laurent será un éxito. Aunque sería de agradecer luz, más luz para las prendas, porque esas tinieblas con las que a veces se exponen las piezas impiden contemplarlas en todo su esplendor. Allí estará el Gaultier a quien, quizás sin pretenderlo, su abuela, su hada madrina de cabellos grises, le llevó de la mano al mundo de la moda, donde acabó siendo un enfant terrible. Sí, con sesenta años, pero enfant y terrible…