Inmaculada Sancho, maestra de la aguja

Reportaje gráfico: David Sighno

Decía el escritor Saint-Exupery que crear es hacer cualquier cosa con fervor. Y fervor no le falta a Inmaculada Sancho  (www.inmasancho.es ) . Fervor y pasión por su tierra Morón de la Frontera (Sevilla) desde donde diseña trajes de novia, de fiesta y de flamenca, además de dar clases de Corte y Confección y Patronaje. «Mi oficio me resulta muy gratificante por la felicidad que le produce a la clienta verse tan guapa. Y también mi faceta de profesora, porque me encanta transmitir conocimientos».

Y buena prueba de sus cualidades como docente es su alumna Andrea, la más joven de la clase, que con sólo diez años y dos de aprendizaje ya le hace vestidos a su madre. «En mi taller de costura, en la calle Cantarranas, 23, de Morón imparto desde el nivel básico al avanzado en turnos de mañana y tarde y los sábados sólo por la mañana para quienes trabajan. Son dos horas y un día a la semana. El diseñador que dice que no sabe coser, se encuentra  después con la sorpresa de que tras hacer un dibujo no puede meterle la aguja a la prenda. Un mínimo de conocimiento se debe tener».

Pero Inmaculada Sancho, que también está en facebook con diseñadora de segundo «apellido», es veterana en el oficio, donde lleva veinte años y sin parar de reciclarse. Lo último ha sido hacer un curso de Personal shopper online para conocer, entre otras cuestiones, los colores que más favorecen a cada persona. Sus trajes de novia hay que encargárselos con cuatro meses de antelación y así estudiar junto con la clienta  su personalidad, el tipo de ceremonia, la hora del día y el tejido que más acierte con su estilo: tafetán, piel de ángel, los encajes que tanto usa en aplicaciones, o algunos bordados.

«La moda es una forma de vida, de expresar tu día a día, de mostrar cómo te sientes. En mi taller coso a medida para mujeres de todas las edades. Vienen y hablo con ellas, me cuentan sus gustos y así veo qué es lo que más les pega para la ocasión en la que se van a poner la prenda. No es lo mismo un traje para una madrina que lleva mantilla que para otra que luce un tocado. Lo importante para sentirte segura y guapa es estar cómoda. De esa manera no te quedarás sentada en un rincón, sino que te pasearás por el salón saludando a los invitados».

Dice que un traje bueno se amortiza y más en estos momentos de crisis. «Antes, la clienta se hacía dos o tres y ahora uno. Se lo pone para una boda o cualquier otra ceremonia y luego viene a que se lo transforme. Hay quien le quita las mangas y le acorta el largo. Los trajes de flamenca también son muy susceptibles de sufrir cambios, porque se admite todo, mientras lleven volantes, al menos eso creo yo. En mi última colección me inspiré en la ropa de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el color camel como protagonista».

Inmaculada Sancho, que organiza desfiles de moda en el teatro Oriente de Morón, cree que Balenciaga es el ídolo de todo aquel que entienda de costura. Y como cada maestro de la aguja y el dedal tiene su manera de ejercer el oficio,  su fuente de inspiración es el tejido, que compra en su ciudad, en Sevilla, Cádiz y Barcelona. «Mi primera profesora, mi tía Adela Martos, me decía que la tela hablaba y llegó un momento en que la tela me dijo por dónde tenía que ir. Ahora, veo la tela y veo el vestido hecho. Supongo que será como los escultores, que ven la piedra y ven la escultura hecha».