Francisco López, guarnicionero de diseño

Francisco López, en su tienda taller de la calle Moratín, en Sevilla. Fotos: Nieves Sanz

Es guarnicionero por tradición familiar y porque se imagina un dibujo y lo plasma con el buril en una funda de escopeta, en unas cananas o en unas polainas. Francisco López dice que su oficio es de transmisión oral y que le gustaría que sus hijos lo heredaran, pero de otra manera.

Funda para la montera

En su tienda taller de la calle Moratín, en el centro de Sevilla, se respira todavía ese ambiente de oficio de toda la vida, que se resiste a morir. Una máquina de coser Singer, con una edad estimada en ciento treinta años, «era del maestro de mi padre», todavía «canta» su laborioso soniquete. «La profesión de guarnicionero está relacionada con los caballos, con los aperos de labranza. Eso es lo que hacía mi abuelo, porque así era el primitivo oficio, un oficio rudo, con piezas muy pesadas a la hora de trabajarlas. Mi padre se adaptó a la evolución de los tiempos y empezó con la guarnicionería fina. Ahora lo que hacemos es todo lo relacionado con el mundo de la cinegética, como fundas de rifle, de escopeta, cananas, morrales, botas y zapatos de caza; y para montar a caballo: monturas, cabezadas, alforjas, que antes se utilizaban para llevar la comida y ahora son meros adornos; botos, polainas… También «vestimos» a los toreros con el fundón de estoques, el esportón para los capotes, y la funda de la montera. Además, realizamos zapatos de vestir, sólo para caballeros, bolsos, complementos, portafolios, todo lo que demanda el público en estos momentos».

Francisco López dice que el trabajo artesanal no está valorado

Para Francisco López, el trabajo artesanal no está valorado. «Mi padre empezó de aprendiz en una guarnicionería fina. Este es el clásico oficio que pasa de padres a hijos o de maestros a aprendices. No hay libros de texto que lo explique,  el fruto se consigue a lo largo de una vida. Tengo que reconocer que es un trabajo de transmisión oral, a mí me gustaría dejar algunos de mis trucos a quienes me sucedieran, que ojalá fueran mis hijos, pero de otra manera, como una empresa, aunque sin perder la esencia. No es un trabajo que esté reconocido, aunque el de hace años era más artesano, ya que ahora nos ayudamos con las máquinas. Antes era un trabajo más físico que mental, al contrario que en la actualidad, y trabajar con la mente llega a ser más agotador. Los dibujos son de la invención de cada artesano y los diseños se marcan con un buril. En una funda de montera podemos tardar cuatro días y en unos zapatos veinticinco o dos meses, en función de los encargos. En el calzado le tomamos medida a los dos pies. Mire, con los zapatos ha ocurrido algo terrible para el consumidor. La gente se queja cada vez más de que le duelen los pies y es porque se ha perdido la horma y el pie no descansa donde debe, cuando todo tiene su proporción. Tengo un libro de 1800 con un documentado estudio del pie, en el que dice que el pie tiene que descansar en la parte posterior de los dedos. Con un tacón, el peso recae completamente en los dedos y de ahí vienen todos esos quebraderos de cabeza, preferentemente de las mujeres».

Sus bolsos de cacería se han puesto de moda

Francisco López trabaja con las pieles del país, de animales criados aquí, dice muy ufano. «El negocio se mantiene del desecho de tienta, la carne, para la alimentación y la piel, para nuestros productos, piel curtida porque se coge fresca, del matadero a la fábrica, sin perder la flexibilidad tan necesaria para trabajarla. Pero ahora con esta moda de los antitaurinos nuestra industria corre peligro, porque los toros no sólo dan de comer a los toreros y a su entorno, sino a los veterinarios, a las fábricas de pienso y a las de pieles, entre otros sectores. Los políticos deberían estudiar este tema, porque esta industria sólo existe aquí y teniendo nosotros el mejor producto en calidad no sé por qué lo vamos a dejar morir. Como sigamos así con los antitaurinos el negocio se lo van a llevar los franceses, aunque ya los chinos están importando las pieles para curtirlas ellos. Lo más curioso es que quien se opone a la Fiesta Nacional es una minoría, pero se está saliendo con la suya. Lo más lógico es que llegáramos a un acuerdo para respetar las tradiciones, aunque suprimiendo las aberraciones que se hacen con algunos animales».

Algunos de los zapatos que realiza a medida

Dice este artesano que la crisis también se ha notado en su sector. «Este verano ha sido el peor de los veintincinco años que llevamos en la calle Cuna y de los treinta y cinco en Moratín. Nos estamos adaptando a la crisis, pero no se ha ido ni mucho menos; sigue ahí y para todos los gremios por igual». Francisco López trabaja para varias armerías de Madrid, Barcelona, Córdoba y Granada, unas treinta en total. Ha intentado salir al extranjero, «pero no veo la vía».

Francisco López, que se muestra orgulloso de haber sido maestro del guarnicionero «on line » Antonio Enrile, en unos cursos que dictó en la Diputación de Sevilla, tiene algunos trucos que quiere compartir con los lectores.  «Para limpiar los botos sucios, sobre todo por el sudor del caballo, no hay nada mejor que el limón. Se corta un limón por la mitad y se le quita la piel del borde para que el jugo sea mayor. Con esta mitad hacemos una muñequilla con un paño de algodón, porque la fibra natural limpia y seca mejor. Siempre con movimientos de abajo arriba, se pasa por el boto y se deja secar un día entero. A continuación, se aplica, también con movimientos ascendentes, un poco de Nivea, sí, la de la cajita azul, la de toda la vida, porque es una hidratante muy fluida.  ¡Ojo!, que no me dan comisión, que yo hago mi propia grasa, pero así los botos quedan prácticamente como nuevos y es un remedio sencillo y casero».