Estamos en el año Lanvin. La casa de modas francesa que empezó siendo un negocio familiar en un apartamento de Jeanne Lanvin, en el número 15 de la calle Faubourg-St Honoré de París, cumple CXXV años en escena. En las décadas de los 20 y los 30 se convirtió en una de las firmas más apreciadas por las actrices de Hollywood. Pero Lanvin, como corresponde a lo que se gesta con buenos cimientos, ha perdurado en el tiempo. Ahora y después de haber tenido entre otros directores creativos a Claude Montana, la batuta de la firma la lleva Alber Elbaz.
Jeanne Lanvin, nacida en 1867 en la Bretaña, era la mayor de once hermanos. A los trece años ya era chica de los recados en un taller, para luego pasar a ser costurera y después modista, según los pasos que hasta no hace mucho se seguían en determinados gremios. Aprender desde abajo para llegar arriba con conocimiento de causa. A los 18 años abrió una sombrerería, pero el nacimiento de su hija Marguerite, apodada Ririte, fue el verdadero acicate de su vida profesional. Su hija le inspiró numerosos diseños infantiles, además del anagrama de su perfume Arpège, que representa una escena maternal en la que una madre extiende los brazos hacia su hija en un delicioso diseño art déco, realizado por Paul Iribe, que aún pervive y que es prácticamente el símbolo de Lanvin.