Ir a Madrid en AVE desde Sevilla tiene su aquel, que decían antes. Sobre todo si se cae un señor de 83 años y tienes que echarle agua oxigenada, que trae la azafata y se la entrega displicente no sé si porque no tiene abuelo, le pagan una miseria o quizá porque el convenio no recoge que deba atender a un pasajero lesionado. No hay nada como salir a la calle y tomarle el pulso a la vida. Desigual lo ha hecho en Madrid.
Fue el jueves 18 de febrero. Los partes «online» decían que en Madrid iba a hacer un frío glacial. Una se pertrecha y llega a la conclusión de que en Sevilla hace más. Desigual, la firma del color, quería contarle al mundo que la diversidad cultural de las metrópolis corre por las venas de su próxima colección otoño-invierno. Y, claro, salió a la calle, que ya es hora, que recitaba Gabriel Celaya y, aunque llovió, fue un éxito.
Fue un éxito porque lo bordan. Y lo bordan porque se lo trabajan y no dan puntada sin hilo. Ya lo decía Henry Ford: «Cuanto más me esfuerzo, más suerte tengo». La moda, era un axioma de Coco Chanel, si no está en la calle no es moda. Y los tiempos que corren le han dado la razón con creces. Ahora en la calle se cocinan las tendencias que luego realizan los directores creativos de las firmas.
La ruta Desigual empezó en la plaza de las Salesas. Allí enseñaron a la prensa los métodos de trabajo de la firma, más cercanos a la artesanía que a las nuevas tecnologías. «La necesidad agudiza el ingenio» era la frase escrita en una pizarra por Thomas Meyer, el propietario de la compañía, ahora con importantes cambios en su organigrama empresarial, haciendo hincapié en la distribución.
La colección del próximo otoño-invierno se había desmenuzado en cuatro pilares para que todos viéramos cómo se había construido. Se contó con la colaboración de cuatro locales de la calle Santo Tomé del barrio de Justicia, donde, mientras chafardeábamos o bicheábamos, a elegir, degustábamos deliciosos aperitivos. Así, en la tienda Pinkoco, tocó Geometrías. Allí vimos las prendas creadas con este estampado.
En el restaurante Creme delacreme estaban las texturas. Los maniquíes, en escenas de la vida cotidiana, iban vestidos con los «looks» más representativos de la colección, donde destacan el terciopelo y el mohair. La librería náutica Robinson se llenó de las prendas de más color y en 98&YU nos esperaban la colección de hombre y de niño. Un recorrido chulo, porque la vida (Desigual) sigue siendo chula.
2 comentarios
Clara, gracias por esta crónica. No es fácil escribir -bien- pero tu consigues informar, ilustrar y trasladar al lector a todos estos lugares y exposiciones que visitas. Gracias por tu generosidad. Contigo la moda española es más Moda con mayúsculas, no sólo la engrandecen marcas y diseñadores sino sus cronistas. J
No me puede gustar más cómo escribe esta periodista. La crónica no puede ser mejor. Siempre escribe distinto a los demás. Soy seguidora desde que estaba en ABC. Me gustaba a rabiar. Ahora también la sigo en el Confidencial. Gracias por ser tan buena perioidsta al menos para mi.
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